Internacionales

El origen de la política oficial (IV)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Los diseñadores de políticas y encargados de la elaboración de propuestas nuevas, estaban convencidos de lo adverso de la situación, pero los cegaba la necesidad de calmar los ánimos iracundos deseosos de revancha y así lo incorporaban a sus reflexiones: “Dada la fortaleza de la maquinaria militar de Castro y la probada efectivi­dad de sus servicios de seguridad, solo existe una ligera posibilidad de que el régimen pueda ser derrocado desde dentro en un futuro previsible. Con la esperada llegada de los aviones MIG y la probable adquisición de una pequeña flota de lanchas rápidas, la capacidad militar del régimen se incrementará. Aparejado a esto, está el hecho de que la oposición ha perdido algunas de sus fuerzas más poderosas; la clandestinidad ha sido afectada sensiblemente e incuestionablemente, tomará meses recons­truirla; y la confianza en Estados Unidos se ha estremecido”.

Nada más claro que esta conclusión, de los hacedores de políticas, sin embargo la famosa y también vencida Operación Mangosta, fue diseñada y aprobada en noviembre de ese año, para fenecer sin resultados casi un año después.

La administración de Kennedy, necesitaba recuperar el golpe recibido y exigía nuevos planes y acciones, de manera cautelosa los encargados de proponer nuevos planes, se aventuraban en demostrar las causas y consecuencias de la debacle en Cuba, cuando la fuerza mercenaria de mil hombres, entrenados y bien equipados fueron diezmados en apenas sesenta y seis horas y lo cual motivó el inicio de un proceso riguroso de revisión de lo actuado, para ello se puso en marcha una intensa  investigación para identificar las vulnerabilidades, se escrutó todo, se entrevistaron a cientos de funcionarios de distintos niveles, revisaron miles de documentos, toda la línea de tiempo en la toma de decisiones, excepto la capacidad de respuesta de los cubanos, eso se ignoró: “El fracaso de la fuerza de golpe cubana, en abril de 1961, para lograr sus objetivos, requiere de una cuidadosa reevaluación de la extensión del problema y una reevaluación de los medios existentes y potenciales que se podrían emplear en un esfuerzo encubierto para debilitar al régimen de Castro y acelerar su eventual derrocamiento”.

Se versionaron opciones, cobró fuerza la eliminación física de Fidel Castro Ruz y erosionar por dentro a la incipiente Revolución: “Parece que hay un acuerdo general, de que no existe un camino seguro para derro­car el régimen de Castro, aparte de la interven­ción militar de Estados Unidos. Existe la posibilidad, muy ligera, de que medidas menores –encubiertas y abiertas– pudie­ran traer como consecuencia el derrocamiento del régimen desde dentro. Sin embargo, mientras Castro avance, su mayor amenaza, el ejemplo y estímulo de una revolución comunista de los trabajadores, persistirá”.

Un político desprovisto de una pasión cegadora, hubiese decidió una pausa en la agresión, pero ser un tiburón y verse en la disyuntiva de convertirse en vegetariano, no era admisible. La derrota recibida minaba la moral imperial ante los países latinoamericanos con múltiples situaciones explosivas, que probaron alcanza sus aspiraciones liberadoras por medio de la lucha armada, Otra conclusión fue: “En resumen, se puede decir que la posición de Castro en Cuba es mucho más fuerte que antes de la invasión de abril de 1961, aunque esta más aislado en América Latina. La oposición ha perdido algo de sus fuerzas más poderosas, su fragmentación es grande y la confianza en Estados Unidos se ha estremecido. Las fuerzas armadas y las milicias de Castro fueron efectivas hasta un grado no esperado en la derrota de la invasión. El incremento de la represión y la atmósfera de terror policial ciertamente ha debilitado gravemen­te la oposición existente y las fuerzas clandestinas dentro de Cuba. Los firmes seguidores de Castro están altamente armados y muy entusiasmados a su favor y el amplio apoyo que él ha recibido en el extranjero probablemente ha aumentado su estatura entre muchos otros cubanos. El abortado esfuerzo para sacarlo del poder posiblemente le proporcione una excusa útil para justificar una mayor austeridad económica; así como un nivel para una ayuda adicional soviética. En general, a no ser que Castro cometa mayores errores (ej. un ataque armado directo sobre algún otro país latinoamericano o la prolongación de un reino extremo de terror) o que Estados Unidos instrumente un brillante golpe maestro, Castro probablemente será capaz de beneficiarse de los frutos de su victoria por algún tiempo”.

A pesar de la realidad, que aconsejaba otro curso de acciones, se definió el objetivo de la política oficial estadounidense contra Cuba, que tras seis décadas y media se mantiene vigente en su esencia desestabilizadora: “Planificar, aplicar y sustentar un programa de acción encubierta dise­ñado para explotar las debilidades económicas, políticas y psicológi­cas del régimen de Castro. Ni se espera, ni se discute qué la ejecución exitosa de este programa encubierto traerá como resultado el derrocamiento del régimen de Castro. Este plan se debe ver solo, como una contribución encubierta a todo un programa nacional diseñado para acelerar la desintegración moral y material del gobierno de Castro y apresurar el día en que la combinación de acciones y circunstancias hará posible su sustitución, por un gobierno democrático que responda a las necesidades, las aspiracio­nes y la voluntad de pueblo cubano”. Lo que siguió se convirtió en retórica, se repetía en todos los escenarios, para auto convencerse de que el final era posible.

Entonces, de esos objetivos se derivaron tareas: “Para alcanzar esos objetivos se acometerán una serie de tareas a corto y largo plazo. Cuando sea factible y posible, estas actividades se llevarán a cabo bajo la égida del Consejo Revolucio­nario cubano. Sin embargo, esto no será siempre practicable o deseable por varias razones. Se llevarán a cabo operaciones unilatera­les de la Agencia y operaciones independientes por grupos y elementos fuera del marco de trabajo del Consejo”.

Como los sueños, son solo eso, decenas de planes alcanzaron el fracaso en los siguientes años, nuevos programas, sustituyeron a los anteriores, para perfeccionar el enjundioso sistema de medidas coercitivas unilaterales, que hoy rige contra Cuba y que es vencido por la tenacidad y resistencia de un pueblo, dispuesto al sacrificio para defender sus conquistas.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

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