Cuba

Victoria en Playa Girón: Secretos de un fracaso (IV)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

En la carta que acompaña la publicación del documento llamado Investigación interna de la CIA de Bahía de Cochinos (CIA’s Internal Investigation of the Bay of Pigs), no se hace mención alguna de que haya demandas pendientes. En lugar de eso, el historiador jefe de la CIA, David Robarge, redactó que la publicación correspondía al cambio de la ley FOIA, que “nos exige dar a conocer algunos borradores que estén sujetos a solicitudes bajo la ley FOIA si tienen más de 25 años”. Con esta fórmula burocrática y administrativa, se decidió restarle importancia al hallazgo publicado.

El citado Volumen V fue escrito por Jack B. Pfeiffer, historiador interno de la CIA, y presentado al Centro de Estudio de Inteligencia de la CIA el 18 de abril de 1984. En el informe, Pfeiffer, quien murió en 1997, sugiere que la razón que los documentos fueron mantenidos en secreto fue “el temor de sacar a la luz los trapos sucios de la agencia, más que por contener cualquier información significativa de seguridad”. El redactor culpó a la Casa Blanca de Kennedy y sostuvo que el informe del inspector general Lyman Kirkpatrick, a cargo de la investigación, había sido “prejuiciado e incompetente”.

El informe del inspector general, escribió Pfeiffer, “se basaba en la suposición completamente irreal de que el papel jugado por la CIA en la Bahía de Cochinos podía ser examinado, y que se podía sacar conclusiones válidas sin referencia a las continuas interrelaciones de la agencia con otras agencias gubernamentales de Estados Unidos y con la Casa Blanca”.

El citado texto desclasificado, resulta revelador con respecto a la egolatría y las supuestas maquinaciones maquiavélicas de algunos empleados de la agencia, y de los insultos que fueron intercambiados tras la invasión. Pfeiffer escribió: “esperamos que ponga en perspectiva una de las luchas intestinas de poder más cruentas, de la CIA, para los propios archivos de la agencia”.

Entre los detalles interesantes revelados, Pfeiffer escribió que el informe del inspector general “fue un intento disfrazado sólo a medias de echar toda la culpa del fracaso” a Richard M. Bissell, subdirector de planes de la CIA y arquitecto principal de la Operación Bahía de Cochinos, y al director de la CIA Allen Dulles, en lugar de ser un esfuerzo por “asegurar que no se repitieran los mismos errores en el futuro”. En los reacomodos internos de esa agencia, estás figuras resultaban incomodas, el fracaso dio el pretexto ideal para removerlas. “Aquellos que participaron en la operación se sintieron ofendidos [por el informe] y lo atacaron con encono”, escribió Pfeiffer.

El mismo revela por primera vez los nombres de los tres funcionarios de la CIA que hicieron la mayoría de la recolección de datos y preparación de materiales para el informe del inspector general de la CIA: William Gibson Dildine, Robert D. Shea y Robert B. Shaffer.

Por su parte, Richard D. Drain, jefe de operaciones de la invasión, describió a los dos últimos en una conversación con Pfeiffer “como dos viejos de basura, que se quedaban dormidos en medio de las reuniones; que no sabían distinguir el codo del fondillo” y que simplemente hacían como que recolectaban información importante. Así de tensa y degradada, se convirtió la investigación en busca no de esclarecer sino de hallar culpables y sentenciarlos. El citado Drain sugirió asimismo, que al parecer el inspector general Lyman Kirkpatrick estaba interesado en el puesto de Bissell y quería echar toda la culpa posible a su departamento. El subdirector de planes hizo su propio análisis crítico del informe del inspector general.

En cierto momento, Kirkpatrick sugirió que la única manera realista de evaluar la operación sería poner el informe del inspector general, el del subdirector de planes y un informe anterior resultante de una investigación ordenada por John F. Kennedy, la cual fue dirigida por el general Maxwell Taylor, en manos de un investigador imparcial. De ser revisados sin referirse al informe de Taylor, escribió Pfeiffer, “los dos documentos [de la CIA] parecen el resultado de una competencia a ver quién orina más lejos”.

En tanto, Shaffer, el miembro del personal del inspector general, recordó que Kirkpatrick había dado instrucciones a los miembros del grupo para que destruyeran todos los papeles de trabajo relacionados con la información recolectada. Incluso, mientras Pfeiffer preparaba el referido volumen, se les ordenó que todos los papeles de trabajo relacionados con la investigación de la Operación Bahía de Cochinos hubieran sido destruidos.

Pero Pfeiffer escribió que “en la primavera de 1981, al investigar otra fuente, el autor de este volumen recuperó un conjunto casi completo de los papeles de trabajo” del equipo de inspección. “Las extremas precauciones tomadas con respecto a los informes de Kirkpatrick sólo pueden ser interpretados como una medida tomada para cubrirse las espaldas, y no por una preocupación seria con respecto a la seguridad”.

El tema de quién tuvo la culpa del desastre de la Bahía de Cochinos se ha debatido durante más de cinco décadas. La discusión se centra en si una “decisión política” de Kennedy de no dar cobertura militar aérea visible a la invasión de la Brigada 2506 acabó en última instancia por causar la derrota militar de las fuerzas anticastristas. Durante la fallida invasión, 114 mercenarios murieron y un poco más de 1,100 hombres fueron capturados por el ejército y las milicias cubanas.

El profesor Barrett presentó una tercera solicitud bajo la FOIA por una copia no censurada del Volumen V el 1 de julio, el día después de que el presidente Barack Obama puso en vigor la revisión de la FOIA, y luego su abogado Tuan Samahon presentó una demanda el 8 de agosto después de recibir una respuesta no satisfactoria de la CIA. Al día siguiente, se aprobó la publicación del Volumen V, pero ni Barrett ni Samahon recibieron jamás una copia.

El solicitante Barrett, expresó contrariado: “Ellos [la CIA] simplemente lo pusieron en Internet. No hubo aviso alguno”. “La CIA jura que lo puso en el correo”, aseguró Samahon. Él y su cliente exigieron, que la CIA les pague sus costos judiciales y honorarios de abogado.

El 14 de abril del 2011 –en el 50 aniversario de la invasión, el Archivo Nacional de Seguridad, entidad privada, presentó una demanda pidiendo que se desclasificara los cinco volúmenes de Pfeiffer. La CIA dio a conocer cuatro de ellos, pero siguió sin publicar el ahora conocido Volumen V, de 172 páginas.

El Volumen III se dio a conocer por primera vez en 1998 y se envió a la Colección de Documentos sobre el asesinato de  John F. Kennedy de los Archivos Nacionales. Pero se mantuvo allí sin que el público tuviera la menor idea hasta que Barrett lo descubrió en una caja marcada “papeles misceláneos de la CIA” en el 2005.

Ahora, los cinco volúmenes, los cuales se prepararon entre 1979 y 1984, han sido desclasificados y están disponibles al público en la sala de lectura electrónica de la CIA.

Se han argumentado razones para la retención del texto por más de cinco décadas: “A diferencia de las otras cuatro historias [de Pfeiffer], este quinto volumen de borradores no era publicable en su forma actual, según la opinión de los principales historiadores de la CIA, así como la de otros que lo revisaron, debido a su seria escasez de información, su tono polémico y su fracaso en añadir nada significativo a la comprensión de la controversia con respecto a la Operación Bahía de Cochinos”.

Al resistirse a una demanda fallida de los Archivos Nacionales de Seguridad en busca de que se diera a conocer el Volumen V, la CIA sostuvo que la publicación de un “borrador inconcluso” confundiría al público.

El profesor Tom Blandon, director de los Archivos Nacionales de Seguridad. fue más incisivo: “Ahora el público puede decidir por sí mismo cuán confusa puede ser la CIA”. “¿Cuántos miles de dólares de los contribuyentes se malgastaron para encubrir la opinión de un historiador de la CIA de que las consecuencias de Bahía de Cochinos habían degenerado en una cruenta lucha intestina de poder?” Otro secreto oculto, para ser revelado. Continuará…

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

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