Internacionales

En el 242 Aniversario del nacimiento del Libertador

Por Noel Domínguez / Escritor y Periodista de PL.

“Bolívar está en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado en la roca de crear porque todavía tiene mucho que hacer en América”.

JOSÉ MARTÍ

 

“No aspiro otra gloria que a la consolidación… Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión de los pueblos…”, fueron estas unas de las últimas palabras expresadas por El Libertador Simón Bolívar en su proclama dictada desde su lecho de muerte en la quinta de San Pedro Alejandrino ubicada en Santa Marta, Colombia el 10 de Diciembre de 1830, siete días después expiraba. Habia nacido en Caracas Venezuela un 24 de julio de 1783.

La idea de crear una gran nación cuya extensión abarcara lo que hoy es Latinoamérica venía desde Francisco de Miranda, quien ideó el nombre de Colombia para esa eventual nación. Simón Bolívar, también, en la Carta de Jamaica (1815) expresó: «Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo en una sola nación con un solo vinculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; […] ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos!….

Esa premonición del Libertador, llegó hacerse realidad, once años más tarde y en el lugar evocado, con la constitución del Congreso Anfictiónico (en recuerdo de la Liga Anfictiónica de Grecia antigua) llevado a cabo en 1826 en el antiguo convento de San Francisco, hoy Palacio Bolívar de la ciudad de Panamá. Ya El Libertador había insistido perentoriamente sobre la necesidad de unir en primer lugar a los pueblos que el liberara y que se enmarcaban en la denominada Gran Colombia que abarcaba los actuales Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela así como a otros convocados y concurrentes a la cita: Perú, México, y las Provincias Unidas del Centro de América (que comprendía Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y Costa Rica).

En lugar de la verdadera alianza, pretensión emancipadora de nuestros próceres que estuvo a punto de concretarse, los yankees impusieron entonces la espuria Organización de Estados Americanos (OEA) fundada por los 21 países que el 30 de abril de 1948, durante la IX Conferencia Panamericana, suscribieron el Pacto de Bogotá. Su precedente más inmediato fue la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas (llamada Unión Panamericana desde 1910), fundada en 1890.

En 1962, el denominado Ministerio de Colonias Yankees, la OEA, no pudiendo doblegar el espíritu de rebeldía que representaba el primer país de América que se había revelado a sus designios, expulsó a la revolucionaria Cuba de sus integrantes. Pero el ejemplo cubano, lleno de estoicismo, nacionalismo, antiimperialismo y valoración histórica, mostró el camino y más temprano que tarde surgieron en las sociedades latinoamericanas –el continente más desigual del mundo– o por lo menos en la mayoría de ellas, a partir de finales del siglo XX e inicios del XXI, el avance en la superación de las desigualdades y de la miseria.

Venezuela, Bolivia, Ecuador, la Argentina de los Kirchner, el Brasil de Lula y de Dilma, las experiencias de Uruguay y el Paraguay y en centro América la revolución Sandinista, llegaron para paliar entonces la pobreza al igual que el FSLN en el Salvador, a pesar del traicionero golpe a Honduras. Aunque muchos de aquellos movimientos se extinguieron dejaron su huella en los pueblos.

Fueron estos los elementos fundacionales, respondiendo al eco de Bolívar las primeras uniones inicialmente solo de carácter comercial, porque somos 500 millones y medio de personas en un espacio de más de 20 millones de kilómetros cuadrados cuya economía había crecido un 6,1 por ciento a pesar de la globalización de la crisis. Surgieron entonces así el MERCOSUR y el CARICOM caribeño pero lo más pretendido acerca de una quimera de carácter político lo fue La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la ALBA pero ambos limitados a marcos regionales estrechos.

Después, al empuje de las ideas de dos inmensos Chávez y Fidel, se vislumbró posterior a 2 años de trabajo en 2010, en Playa del Carmen, México, el reto mayor, la consolidación de la “patria grande” desde México a la Patagonia con el Caribe incluido, la visionaria intención de hace 196 años de Bolívar, la Confederación de Países Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) primera organización continental verdaderamente latinoamericana propia, sin injerencias monopolistas e imperiales, sería en fin, la derrota de la OEA, la gran victoria del Libertador.

La CELAC eliminó además la contradicción de que un foro entre los países latinoamericanos tenga su sede en Washington, Estados Unidos, como ocurre actualmente aún con el organismo interamericano.

El entusiasmo duró poco, volvió a llegar la marea de la ofensiva neoliberal y todo se eliminó o congeló correspondiendo por tanto a los pueblos y sus líderes políticos en el poder o en vías de volver lograrlo, priorizar y llevar a hecho la verdadera independencia, lo que sin dudas posibilitará cumplir con el acertijo del Apóstol de la Independencia de Cuba José Martí cuando nos emplazó, ¨cuanto Bolívar dejo sin hacer en América esta sin hacer hoy todavía”.

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