Internacionales

La mentira como arma de guerra de Estados Unidos y la OTAN

Por Dax Toscano Segovia.

En 1933 el régimen hitleriano creó el “Ministerio Imperial para la Ilustración Popular y la Propaganda”. Joseph Goebbels lo dirigió durante 12 años.

No hubo actividad en la que el Ministerio de Propaganda no haya metido sus manos: desde el deporte, la literatura, las producciones cinematográficas, la música, el teatro, el arte, la prensa, los mítines de masas, hasta la salud, el mensaje del Partido Nazi estuvo presente.

Su propósito fue la manipulación de la mente mediante la mentira, el engaño, la confusión e idiotización de un amplio sector de la población alemana que, lamentablemente, terminó convencida del discurso racista nazi que pretendía demostrar la supuesta superioridad de la raza aria, así como justificar la represión y persecución contra comunistas, judíos, gitanos y homosexuales.
La fabricación el consenso para llevar adelante la guerra criminal contra los pueblos de Europa fue otro de los objetivos del aparato de propaganda del nazismo.

1984 es el título de la obra del escritor y periodista George Orwell, publicada el 8 de junio de 1949. En ella el autor hace una crítica contundente contra los regímenes totalitarios en los que la capacidad de razonar, de pensar y cuestionar son sustituidas, por medio de la violencia física y psicológica, por las creencias, los dogmas y las mentiras prefabricadas. Orwell relata que al “Gran Hermano”, que con sus ojos vigilantes controlaba la vida de cada individuo, nada podía ocultársele.

El 28 de marzo de 1935 la cineasta Leni Reifenstahl, a quien el régimen nazi había encargado la realización de un documental sobre el Sexto Congreso del Partido Nacional Socialista, estrenó su filme El triunfo de la voluntad, testimonio indiscutible del poder de la propaganda nazi para lograr el apoyo de las masas.

Un avión sobrevuela por el cielo de Berlín. Después del aterrizaje, Hitler desciende de él, como un mesías predestinado para conducir a Alemania a su resurgimiento y victoria. La simbología del partido nazi, las marchas militares y la omnipresencia del führer fueron fundamentales para lograr la identificación del pueblo alemán con la ideología que desarrolló Hitler en el Mein Kampf.

Mijail Ilich Romm dirigió la película-documental El fascismo ordinario, en la cual el cineasta ruso, nacido en Siberia el 24 de enero de 1901, puso al descubierto la esencia manipuladora, falaz y criminal de los regímenes que lideraron Hitler y Mussolini en Alemania e Italia, respectivamente. Romm analiza el libro de Hitler y revela al público los mecanismos que utilizó el nazifascismo para imponer su ideología en Alemania y gran parte de Europa. Las imágenes que recorren el filme, que se estrenó en 1965, son dolorosas. Recuperadas de los archivos secretos de la Alemania nazi por el Ejército Rojo Soviético, muestran la crueldad y el desprecio por todo lo humano por parte de las huestes del Tercer Reich.

La derrota del nazifascismo desgraciadamente no puso fin a esta ideología, mientras oficiales nazis reciclados por los servicios de inteligencia de EE.UU. y de Alemania Occidental, fueron destinados a ejecutar operaciones de espionaje y propaganda contra la URSS, además que participaron en tareas para reprimir al movimiento obrero y comunista.

La desnazificación de Europa no fue efectiva y las denominadas democracias occidentales, lideradas por EE.UU., no dudaron en utilizar los servicios de quienes otrora fueron sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial para combatir a la Unión Soviética.

Frances Stonor Saunders, historiadora y periodista británica, en su libro La CIA y la Guerra Fría Cultural hace una exposición detallada del papel de la agencia para cooptar artistas e intelectuales que, alineados en un frente cultural, bajo un disfraz progresista, sirvió como instrumento para hacerle frente a Moscú.

El 26 de junio de 1950 se fundó el Congreso por la Libertad de la Cultura en el cual participaron pensadores como Bertrand Russell, Benedetto Croce o Raymond Aron. Esta organización estuvo financiada por la CIA y la Fundación Ford. No se debe olvidar que Henry Ford fue un ferviente admirador de Hitler y su régimen.  El secretario administrativo del Congreso por la Libertad de la Cultura, Michael Josselson, era miembro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En 1949 el Comité Nacional para una Europa Libre fundó Radio Free Europe, medio financiado por el gobierno de los Estados Unidos y la CIA cuyo propósito era el de transmitir noticias e informaciones contra la URSS y el denominado Campo Socialista de Europa del Este, como parte de la estrategia político-militar estadounidense en la que las operaciones de propaganda y guerra psicológica han jugado un rol fundamental para desestabilizar a sus enemigos.

El gobierno de Eisenhower creó más adelante Radio Liberty, con los mismos propósitos de Radio Free Europe. En 1976 ambas radios se fusionaron.

Actualmente esta organización tiene su sede en Praga, República Checa. Su presidente es Jamie Fly, personaje cercano al senador republicano Marco Rubio, ligado a grupos de extrema derecha y terroristas de Miami que atacan a Cuba y Venezuela. Fly fue funcionario de la administración de George W. Bush entre 2005 y 2009 en el Consejo de Seguridad Nacional y en la oficina del secretario de Defensa.

Radio Free Europe/Radio Liberty está supervisada por la Agencia de Medios Globales de los EE.UU., organización matriz de la Voz de las Américas (VOA), otra de las emisoras de los EE.UU. cuya función a nivel internacional es llevar a los oyentes la visión geopolítica del imperialismo, así como la de difundir los valores de la sociedad capitalista y del modo de vida estadounidense.

EE.UU. lleva adelante la guerra en diferentes frentes que van más allá del estrictamente militar. La guerra informativa y cultural es vital para, mediante la manipulación de la mente de las personas, sostener su proyecto de dominación mundial.

Dice Elier Ramírez Cañedo en un artículo titulado “Estados Unidos y la guerra cultural ¿Acaso una elucubración?”, publicado en la página de Cubadebate el 25 de noviembre de 2016, que “la guerra cultural es aquella que promueve el imperialismo cultural, en especial Estados Unidos como potencia líder del sistema capitalista, por el dominio humano en el terreno afectivo y cognitivo, con la intención de imponer sus valores a determinados grupos y naciones” y añade que “el terreno en que se desarrolla la guerra cultural es sobre todo el de los modos de vida, las conductas, las percepciones sobre la realidad, los sueños, las expectativas, los gustos, las maneras de entender la felicidad, las costumbres y todo aquello que tiene una expresión en la vida cotidiana de las personas”.
Uno de los instrumentos utilizados por el aparato de propaganda estadounidense para ganar partidarios para su cruzada anticomunista y antisoviética fue el comic. Más adelante se recurrió a la industria hollywoodense.

El Universo Marvel, en el que se destaca la figura del guionista y editor Stan Lee, creó una serie de superhéroes enfrentados a peligrosos comunistas que querían apoderarse del planeta. José Joaquín Rodríguez en un trabajo titulado “Impacto y mensaje de los villanos comunistas en los cómics de Stan Lee”, explica que “en un contexto como el de la Guerra Fría, que fue un conflicto que trascendió lo puramente geoestratégico para lucharse también a niveles ideológicos, el mensaje de Marvel resulta especialmente interesante debido a su repercusión y popularidad”.

Uno de los temas abordados en los cómics fue el de la carrera armamentista y la intención de los comunistas de apropiarse de las nuevas armas o de sabotear las pruebas que llevaban adelante los EE.UU., dice Joaquín Rodríguez. No se debe perder de vista un hecho de suma importancia que fue la fabricación de la bomba atómica por parte de EE.UU. y la respuesta que dio la Unión Soviética.

En 1942 EE.UU. inició el proyecto Manhattan mediante el cual desarrolló la bomba atómica. Renán Vega Cantor hace una síntesis del libro de Peter Watson, Historia secreta de la bomba atómica, en el cual el autor señala que el objetivo de la creación de esta potente arma era el evitar el avance de la URSS como una superpotencia, tras su victoria en la batalla de Stalingrado contra los nazis.

Relata Vega Cantor en su artículo Otra vez la bomba atómica, publicado en La Haine el 10 de marzo de 2022 que, de acuerdo con lo expuesto por Watson, la dirección del proyecto Manhattan recayó en el general Leslie Groves que, a las pocas semanas, manifestó que “Rusia era el verdadero enemigo”, y que “la verdadera razón de la bomba era doblegar a los Russkies”.

No debe olvidarse, además, que Churchill sugirió lanzar bombas atómicas sobre la URSS en 1951 y que EE.UU., en 1977, como explica Iñaki Gil de San Vicente en el programa Conversando el café de la Patria Grande, “planteó destruir nuclearmente 25 mil ciudades y grandes centrales industriales de la URSS, al precio inclusive de 110 millones de soviéticos muertos y así separar a Ucrania”.

En los cómics del Marvel, el enfrentamiento es provocado por la URSS, mientras que los héroes estadounidenses luchan para evitar que los comunistas esclavicen a la humanidad.

Dice José Joaquín Rodríguez que la principal idea que Lee desarrolló en los cómics de 1961 a 1968 fue “la de la belicosidad del comunismo, que lo conducía a un conflicto inevitable con los Estados Unidos”. En The Avengers No.18, publicado en 1965, el Capitán América desvela a los lectores que la ambición de los líderes comunistas era «nada menos que la completa conquista del mundo y su esclavización». Frente a esta postura, dice Joaquín Rodríguez, “Lee deja implícito a través de la acción de los superhéroes que Estados Unidos ofrece su amistad sin condiciones y potencia la democracia para que elijan libremente su propio camino, que por supuesto nunca es el comunismo”.

El comunicólogo y catedrático español Francisco Sierra Caballero, autor del libro Los profesionales del silencio. La información y la guerra en la doctrina de los EE.UU., hace un análisis pormenorizado y preciso sobre la relación que existe entre la política militar de Washington con el desarrollo de los sistemas de control y vigilancia, la guerra informática y la manipulación informativa.

Sierra Caballero señala que para EE.UU. es necesario controlar los flujos de la información, mediante una coalición del aparato gubernamental, militar y mediático que permita la difusión de materiales afines a la doctrina de seguridad de esa potencia imperialista.
La disidencia informativa no es admitida. Los medios deben reproducir fielmente la versión oficial que los organismos militares de EE.UU. difunden. Cualquier visión crítica o contradictoria con ese discurso debe ser silenciada.

El conflicto actual en Ucrania demuestra que los estrategas de la guerra informativa de Estados Unidos no van a permitir posturas contrarias. Rusia Today y Sputnik, medios de comunicación rusos, han sido bloqueados y censurados en las redes, en Twitter varias cuentas han sido silenciadas por dar a conocer hechos que son incómodos para la versión de EE.UU. y el régimen ucraniano. Las cuentas del periodista y analista brasileño Pepe Escobar y la del exoficial de inteligencia del cuerpo de Marines de los EE.UU., Scott Ritter, han sido suspendidas. Al Gran Hermano no le gusta que se conozca la realidad.

Es preocupante que a periodistas que no se sujetan al relato oficial ucraniano se los acalle con la cárcel o con la desaparición y muerte como es el caso del periodista vasco Pablo González detenido en Polonia acusado de espionaje a favor de Rusia y la del chileno Gonzalo Liria, cuyo destino aún es incierto, detenido en Ucrania.

El aparato de propaganda estadounidense ha pretendido justificar las invasiones militares en las que ha estado inmerso ese país, como las de Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia o Siria, argumentando que su lucha ha sido para hacerle frente a regímenes autoritarios, criminales que han puesto en riesgo la vida de personas, así como la paz mundial. Para lograr la aceptación del público a sus agresiones contra distintos pueblos, ha utilizado un discurso en el que ha enarbolado valores morales para dar legitimidad a sus acciones criminales. Otro de los recursos empleados ha sido la demonización de sus enemigos, mostrándolos como “delincuentes peligrosos e irracionales dispuestos a destruir el mundo en su loco afán de poder”, lo cual “justificaría su eliminación por todos los medios”, como señala Sierra Caballero.

Washington utiliza los mismos recursos discursivos en el conflicto que actualmente vive Ucrania, con la diferencia de que en esta ocasión EE.UU. asume el rol de país protector de una nación que, según ha manifestado Joe Biden, ha sido invadida por la decisión de un asesino, término que ha utilizado para referirse al presidente Vladímir Putin.

Si bien no ha sido Estados Unidos el país que ha invadido Ucrania, no puede dejarse de lado las causas que han conllevado a Rusia a tomar la decisión para iniciar la operación militar en ese país el 24 de febrero de 2022.

La deshistorización y la descontextualización son recursos que se utilizan para obstaculizar el conocimiento mismo de la realidad. La coalición de medios al servicio de EE.UU., la OTAN y el régimen ucraniano ocultan las causas que desencadenaron el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Debe tenerse en cuenta que históricamente, sobre todo desde el triunfo de la Revolución Bolchevique de 1917, Rusia ha estado en la mira de las potencias capitalistas que han querido apoderarse de ella o simplemente destruirla.

René González Barrios, director del Centro Fidel Castro Ruz, en un artículo publicado el 5 de mayo de 2014 por Cubadebate con el título “El desmontaje de la historia y cómo enfrentarlo”, cita al exdirector de la CIA, Allen Dulles, autor del libro El arte del espionaje, en el cual señalaba que “se debía sembrar el caos en la Unión Soviética, con la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia, haciendo desaparecer de la literatura y el arte, por ejemplo, su carga social”.

Decía Dulles: “Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. La literatura, el cine, y el teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos”.  A la vez EEUU brindaría apoyo y encumbraría “por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad”.

Tras la implosión de la Unión Soviética, producida entre 1989 y 1991, proliferaron las mafias, al igual que la prostitución, mientras el modelo de vida estadounidense se propagaba con la penetración de las transnacionales de comida rápida como McDonald’s y la empresa de bebidas Coca-Cola.

En el primer día de apertura en Moscú de la franquicia que elabora comida chatarra, efectuada el 31 de enero de 1990, 30 mil personas fueron atendidas en el local ubicado en la plaza Pushkin.

El neoliberalismo se impuso inmediatamente se produjo la caída de la URSS. La esperanza de vida se redujo de 76 a 56 años, mientras los sistemas de salud y educación prácticamente se derrumbaron. EE.UU. no disimulaba su júbilo, mientras Clinton festejaba las ocurrencias del nuevo mandatario ruso, el alcohólico Boris Yeltsin, al que, pese haber ordenado la toma por la fuerza del parlamento y disparar contra la población que se había levantado en su contra en septiembre de 1993, le consideraba como un verdadero demócrata.

Las medidas que a nivel económico se impusieron en la Rusia post soviética fueron delineadas por funcionarios del gobierno de EE.UU. y economistas de ese país, dice Ruslan Dzarasov en un artículo publicado en la revista Nueva Sociedad, en octubre de 2014, con el título “Cómo Rusia volvió al capitalismo. El desarrollo del subdesarrollo en sociedades postsoviéticas”.

Dzarasov explica que “como lo testimonia la investigadora estadounidense Janine Wedel, las reformas rusas fueron elaboradas en secreto, literalmente, por algunos especialistas de la Universidad de Harvard estrechamente ligados al gobierno de EE.UU.”. Consultores extranjeros, incluidos oficiales activos de la CIA, ocuparon cargos en el Comité Estatal de Bienes Públicos que llevaron a cabo la privatización de la economía rusa. “Los economistas neoliberales Jeffrey Sachs y Andrei Shleifer y el jurista Jonathan Hay ejercieron una influencia en la política económica de Rusia sin precedentes en un Estado independiente”, manifiesta Ruslan Dzarasov.

Las reformas previas impulsadas por Mijaíl Gorbachov, conocidas como la Perestroika, abrieron la economía del país al mercado capitalista.

En el documental Catastroika, dirigido por Aris Chatzistefanou y Katerina Kitidi, se plasma esta realidad vivida tras la caída de la Unión Soviética.

El sueño de las potencias capitalistas occidentales de acabar con la URSS se había concretado. El 8 de diciembre de 1991 se firmó el tratado de Belavezha por el cual los presidentes de Rusia, Borís Yeltsin, de Ucrania, Leonid Kravchuk y el representante del Soviet Supremo de Bielorrusia, Stanislav Shushkévich, disolvieron la Unión Soviética. En un referéndum convocado en marzo de ese año, el 76,4% de los ciudadanos soviéticos habían aprobado que se conserve la URSS. Pese a esto, la disolución se llevó a cabo, lo cual se oficializó el 25 de diciembre de 1991, fecha en la cual Gorbachov dimitió entregando el mando a Yeltsin.  A las 19:32 de ese día la bandera de la hoz y el martillo fue retirada y reemplazada por la de la Federación Rusa.
El dipsómano de Yeltsin gobernó hasta 1999, año en que dimitió. Vladímir Putin asumió la presidencia interina. En el año 2000 fue elegido como presidente de Rusia.

Putin
Es indiscutible que el liderazgo de Putin ha posibilitado posicionar nuevamente a su país en el escenario internacional como una potencia económica, militar, científica, a la vez que se produjo una revitalización de la cultura e historia rusa.

El 9 de enero de 2007, en la XLIII Conferencia de Seguridad celebrada en Munich, Alemania, el mandatario ruso advirtió de la colocación de bases estadounidenses en Polonia y República Checa, acusando a la OTAN de expandir su presencia militar en los países de Europa del Este. Putin lanzó duras críticas contra EE.UU. por pretender mantener un dominio unipolar en el mundo y por actuar al margen de la legalidad internacional.

Gordon Johndroe, en ese entonces secretario de prensa del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, dijo que “estaban sorprendidos y decepcionados con los comentarios de Putin”.

El 26 de octubre de 2014 Vladímir Putin declaró en el club de discusión Valdai, en Moscú, que los vencedores en la Guerra Fría, haciendo referencia a EE.UU., decidieron rediseñar el mundo de tal suerte que sirviera para satisfacer sus intereses y necesidades.

En las condiciones de dominio de un país y sus aliados -o por decirlo de otra manera, sus satélites- la búsqueda de soluciones globales se ha convertido muy a menudo en una tentativa de imponer sus propias recetas universales. Las ambiciones de este grupo han crecido tanto que las políticas que ellos acuerdan en los corredores del poder las presentan como si fueran la opinión de toda la comunidad internacional. Pero eso no es así”, manifestó Putin.
El mandatario ruso señaló además que “las medidas contra los que se rehúsan a someterse son bien conocidas y han sido probadas muchas veces. Incluyen el uso de la fuerza, presión económica y propagandística, injerencia en asuntos internos, apelación a cierta legitimidad ‘supralegal’ cuando hay que justificar una solución ilegal en este o aquel conflicto y el derrocamiento de regímenes molestos. En los últimos tiempos hemos sido testigos de un chantaje abierto en contra de determinados líderes. No en vano el llamado ‘gran hermano’ gasta miles de millones de dólares en mantener a todo el mundo, incluidos sus aliados más cercanos, bajo vigilancia”.

En su discurso, Putin puso hincapié en el respaldo de Estados Unidos a grupos neofascistas y extremistas islámicos. También advirtió sobre el control total que se ejerce por parte de esa potencia de los medios de comunicación global que “hacen pasar lo blanco por negro y lo negro por blanco.”

Lo expuesto en Valdai por el presidente ruso tiene mucha significación en el momento actual, en el cual EE.UU. junto a sus socios, ha dado todo el apoyo militar al régimen ucraniano, auxiliado por agrupaciones neonazis y mercenarios extranjeros, a la par que cuenta con el patrocinio de los medios de comunicación occidentales que se presentan como los únicos portadores de la verdad sobre lo que sucede en Ucrania, mientras silencian a otros medios como Rusia Today y Sputnik.

El 16 de marzo de 2014 los habitantes de la península de Crimea y de la ciudad de Sebastopol aprobaron, mediante referéndum, la reunificación con Rusia. Esto no fue del agrado de EE.UU. y de Ucrania que consideraron ilegal esa consulta.

Tras el golpe de Estado contra el presidente Yanukóvich, ejecutado por la ultraderecha ucraniana, que contó con el auspicio de la embajada estadounidense, la CIA y la Fundación Soros, se dio paso a la ejecución de acciones contra la población de ascendencia, cultura y habla rusa tanto en Crimea, como en la región del Donbás, siendo esta última la que soportó la agresión del ejército ucraniano al que se enfrentaron las fuerzas populares de Donetsk y Lugansk.
La decisión mayoritaria de la población de Crimea y de la ciudad de Sebastopol, favorable a la independencia y a la reunificación con Rusia, condujeron a que el presidente Putin firmara un decreto reconociendo esa decisión como un paso previo a la aceptación para que formen parte de la Federación de Rusia.

Inmediatamente, EE.UU. y la Unión Europea (UE) impusieron un paquete de sanciones a funcionarios rusos y de Crimea, así como a empresas y bancos de Rusia, además de otras medidas sancionatorias de carácter diplomático.

La decisión de Crimea, Sebastopol y Rusia evitó que el régimen ucraniano tuviera control sobre esa zona geoestratégica ubicada en la costa septentrional del mar Negro, además que frenó la persecución contra la población mayoritariamente rusa que habita en esos lugares por parte del gobierno de Kiev, lo cual lamentablemente no pudo detenerse en Donetsk y Lugansk, ciudades que han sido bombardeadas y asediadas por el ejército de Ucrania y los batallones nazis que lo conforman, provocando en estos ocho años la muerte de más de 14.000 personas, entre las que se encuentran mujeres y niños de la población civil, así como el desplazamiento de 1,5 millones de habitantes.

Anne Laure Bonnel en el documental Donbass, silenciado por los medios occidentales, testimonia el sufrimiento al que ha sido sometida la población de esas regiones.

Esta situación ha sido una de las causas que condujeron a Rusia a dar inicio a la operación militar del 24 de febrero de 2022.

Pero hay otras razones que la coalición de medios puestos al servicio de EE.UU., la OTAN y Kiev pretende ignorar y que es necesario analizarlas para tener una comprensión adecuada de lo que sucede en Ucrania.

Jacques Baud, experto militar suizo que ha trabajado para la OTAN y la ONU, señala que la ofensiva militar rusa no solo está relacionada con la protección de la población en la región del Donbás, sino que tiene que ver con la defensa de los intereses nacionales de Rusia que vio como un peligro para su seguridad el avance militar de Ucrania y su intención de adherirse a la OTAN.

Baud afirma que el 24 de marzo de 2021, Zelensky emitió un decreto presidencial para recuperar Crimea, además que movilizó tropas hacia esa zona, así como al Donbás sometido cada vez a más ataques por parte del ejército ucraniano y los batallones nazis adjuntos al mismo. En ese mismo día la OTAN realizó ejercicios militares entre el mar Negro y el mar Báltico, con vuelos de reconocimiento a lo largo de la frontera rusa.
La violación de los acuerdos de Minsk mediante los ataques constantes a las poblaciones de Donetsk y Lugansk por parte de Ucrania, fue el detonante para que Rusia lleve a cabo su operación militar para proteger a la población de esas regiones.

Ucrania hizo caso omiso de lo acordado tanto en Minsk I como en Minsk II, al no respetar la autonomía de Donetsk y Lugansk y establecer una ley discriminatoria que otorgaba derechos diferentes a las personas en función de su origen étnico, siendo los ucranianos los únicos que gozarían de plenos derechos, explica Baud en el artículo “Las razones y detalles de la guerra de Ucrania”, publicado el 16 de marzo de 2022 en el periódico El Manifiesto.

De la misma forma, el periodista argentino Jorge Elbaum, en un trabajo publicado en el portal El Cohete a la Luna el 13 de marzo de 2022, señaló que el régimen de Kiev el 1 de septiembre de 2020‎ “prohibió ‎por ley el uso de cualquier otra lengua que no sea el ucraniano en la administración, en los ‎servicios públicos ‎y en la enseñanza”. El 21 de julio de 2021, dice Elbaum, “Volodímir Zelenski promulgó la Ley ‎sobre los Pueblos Autóctonos, en la que se estipula que sólo los ucranianos de origen ‎escandinavo, ‎los de origen tártaro y los caraitas tienen ‘derecho a gozar plenamente de todos ‎los Derechos Humanos y de todas las libertades ‎fundamentales’”.

Por su parte, el periodista estadounidense Robert Bridge pone de manifiesto la hipocresía y el doble rasero de occidente para juzgar a Rusia cuando las guerras desatadas por EE.UU. nunca han recibido respuesta punitiva alguna. Brigde, en su artículo “Estados Unidos y la OTAN nunca han sido sancionados por iniciar guerras. ¿Por qué?”, publicado por Rusia Today el 2 de marzo de 2022, explica que desde hace una década Moscú ha estado advirtiendo de la expansión de la OTAN, llegando a un punto crítico en diciembre de 2021 que condujo a Rusia a exigir que se detuviera cualquier extensión militar hacia el este, fundamentalmente porque Ucrania estaba siendo inundada de armamento sofisticado, mientras solicitaba su ingreso a la OTAN.

Tras el golpe contra Yanukóvich, el régimen presidido por Oleksandr Turchinov y Arseniy Yatseniuk derogó la ley Kivalov-Kolesnichenko que establecía al idioma ruso, junto al ucraniano, como lengua oficial. Esto conllevo a levantamientos en las zonas de habla mayoritariamente rusa en Odessa, Dnipropetrovsk, Járkov, Donetsk y Lugansk. La respuesta de Kiev fue la embestida militar contra Donbás que fue repelida por las milicias populares que asestaron duros golpes al ejército ucraniano.

El presidente ruso Vladímir Putin ha señalado en reiteradas ocasiones que la desnazificación de Ucrania es otro de los objetivos de la presencia militar rusa en ese país. Los medios occidentales han minimizado esto y, además, han hecho todo lo posible por limpiar la imagen de los batallones nazis integrados a la Guardia Nacional ucraniana y al ejército.

El 23 de marzo de 2022 la Radio-televisión española publicó un análisis con el título “Qué es el Batallón Azov, la unidad extremista ucraniana en el punto de mira de los rusos” en el que señalaba: “En 2015, el entonces portavoz de Azov, Andriy Diachenko, reconoció al diario USA Today que ‘entre un 10 y un 20 por ciento de los miembros del grupo’ eran ‘nazis’. Como ves, periodistas, expertos y hasta representantes del grupo paramilitar han constatado que hay miembros de ideología neonazi combatiendo en las filas del Batallón Azov pero eso no implica, como pretende hacer creer la propaganda rusa, que todos sus integrantes tengan esta ideología o que la tenga toda Ucrania”.
Decía Parménides que “lo que es, es y lo que no es, no es”. Para los medios occidentales, pese a las evidencias que demuestran la existencia de organizaciones políticas y paramilitares neonazis en Ucrania, no solo de individuos aislados que defienden esa ideología, la afirmación de Putin forma parte de la propaganda rusa para justificar la invasión. El mundo de la posverdad se impone. Como diría José Saramago “son ciegos que, viendo, no quieren ver”.

Mercenarios extranjeros y neonazis integran las filas del ejército ucraniano. Las capturas hechas por el ejército ruso en Mariúpol de combatientes británicos, confirman lo dicho. El 40% de las fuerzas de Ucrania están integradas por mercenarios extranjeros, dice Jacques Baud, cifra que el canal de televisión digital español La Sexta quiere contribuir a aumentar, puesto que en uno de sus programas hizo un llamado a alistarse en la “legión extranjera” para combatir en las filas del ejército ucraniano, tal como lo había solicitado Zelensky con la creación de la “Legión Internacional de Defensa Territorial de Ucrania”.

Para la periodista estadounidense, Diana Johnstone lo que hoy sucede en Ucrania es el resultado de una política de hostigamiento permanente por parte de EE.UU. contra Rusia desde la época de Bill Clinton hasta la presente fecha. Para Johnstone “Ucrania fue adoptada por la Casa Blanca como mascota geoestratégica especial de Washington”, y añade que “desde 2014, Estados Unidos y Gran Bretaña han transformado subrepticiamente a Ucrania en un auxiliar de la OTAN, psicológica y militarmente volcado contra Rusia”.

En su artículo, “Para Washington la guerra nunca termina”, publicado el 22 de marzo de 2022 en el medio digital español Contexto, Diana Johstone advierte desde su título que el fin del conflicto no es una prioridad de los Estados Unidos que tiene interés en que se prolongue porque “su objetivo bélico no es salvar a Ucrania, sino arruinar a Rusia”, como lo evidencian las sanciones impuestas con el objetivo de hacer colapsar la economía rusa, según lo expresó el ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire.

En 2019, la Rand Corporation, un think-tanks del gobierno estadounidense, publicó un informe con el título: “Sobreextender y desequilibrar a Rusia”, en el que se proponía algunas recomendaciones para socavar no solo la economía, sino el prestigio de Rusia a nivel internacional, además de generar una tensión permanente con Ucrania.  “La imposición de sanciones comerciales y financieras más profundas probablemente también degradaría la economía rusa, especialmente si tales sanciones son integrales y multilaterales. Así, su efectividad dependerá de la voluntad de otros países de sumarse a dicho proceso”, señalaba la Rand Corporation.
Hoy se están cumpliendo las recomendaciones dadas por esta institución consejera de la política imperialista.

El 18 de diciembre de 1940, Hitler firmó la Directiva 21, con la que se dio inicio a la Operación Barbarroja para aniquilar a la URSS. El pacto de no agresión firmado entre Alemania y la Unión Soviética el 23 de agosto de 1939, conocido como Ribbentrop-Molotov, fue incumplido por Hitler. No se trató de un hecho casual. Si bien Stalin pactó con el régimen nazi, con el que estableció acuerdos comerciales, a más del compromiso de evitar una guerra, las potencias capitalistas occidentales, que hoy reprueban la decisión tomada por el Kremlin en ese momento, no solo que poco o nada hicieron para detener el avance del nazismo y su política belicista en Europa, sino que, además, fueron cómplices de sus acciones, al mismo tiempo que no les incomodaba que las tropas alemanas destruyeran a la URSS, porque para ellas el modelo socialista resultaba más peligroso para sus intereses que el nazifascismo.

La maquinaria propagandista del imperialismo pretende equiparar la decisión de Putin frente a Ucrania, con la de Hitler frente a la URSS.

En un artículo de John Blake, publicado por la CNN el 2 de abril de 2022, el autor sostiene que Putin “usa ‘trucos y tácticas al estilo de Hitler’ para justificar su brutalidad”, para luego comparar un escrito del mandatario ruso titulado “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos” con el Mein Kampf de Hitler. Blake señala que “algunos críticos de Putin dicen que está utilizando el lenguaje y las técnicas de propaganda nazis para justificar la invasión de Ucrania. Compararon la “Z” inscrita en los tanques rusos con un símbolo utilizado por los nazis en los campos de concentración. Otros compararon una manifestación de guerra masiva reciente que Putin dirigió en un estadio de Moscú con escenas de un discurso de Hitler en una infame película de propaganda nazi llamada ‘El triunfo de la voluntad’”.

El 9 de marzo de 2022, La Voz de América publicó un artículo de Steve Herman con el título “¿Es Putin el nuevo Hitler?”, el periódico israelí Haaretz, el 17 de marzo de 2022, aportó al proceso de bestialización de Putin con un artículo de Avi Garfinkel publicado con el título “Cómo la agenda de Ucrania de Putin evoca el Mein Kampf de Hitler”, el periódico español El Mundo también contribuyó con esta campaña con la difusión el 20 de marzo de 2022 del artículo de Alberto Rojas “Lo que Vladimir Putin aprendió de Hitler”, todos estos trabajos acompañados de imágenes del presidente Ruso con el peinado y el bigote del führer.
Otros funcionarios rusos también han sido estigmatizados. El general Alexander Dvornikov, que dirigió las operaciones militares rusas en Siria para combatir a los terroristas de ISIS, condecorado como “Héroe de la Federación Rusa”, nombrado por Putin como comandante del ejército ruso en la guerra contra el régimen ucraniano, ha sido blanco de los ataques del aparato de propaganda al servicio de la OTAN: “carnicero de Siria”, “comandante despiadado”, “brutal”, “sanguinario” son los calificativos que se le han dado con el propósito de crear en el imaginario colectivo la idea de que se trata de un hombre perverso, cruel, desconociendo la lucha que llevó a cabo contra los criminales del Estado Islámico y los terroristas respaldados por EE.UU. en Siria.

La versión hollywoodense del mundo, al estilo de Rambo III o de Rocky IV, introducida en el periodismo para difamar a los dirigentes y funcionarios del gobierno y del ejército ruso, así como a los soldados a los que se los ha acusado de utilizar la tortura y la violación como armas de guerra, acusaciones difundidas por el canal Euronews, apoyadas fundamentalmente en versiones de las autoridades ucranianas.

“Lo creo porque es absurdo”, es una frase que se atribuye a Tertuliano, mediante la cual se exterioriza que los hechos religiosos no pueden estar sometidos al examen de la razón. Lo que se aplica a la religión, calza a los medios de comunicación al servicio del imperialismo dedicados a la difusión de mentiras, sobrecargadas de elementos emocionales para lograr que el público acepte hasta lo que es ilógico, falso.

Marcelo Colussi en su artículo “La posverdad: una mentira” señala que el discurso hegemónico-mediático se siente en condiciones de decir lo que le plazca. El pensador argentino explica que “Se promueve abiertamente la indiferencia por los hechos reales y concretos, la desinformación llevada a su grado extremo, el reino del adormecimiento y de la superficialidad, la liviandad absoluta, la banalización en su grado máximo. La realidad no importa (puede ser un holograma, una realidad virtual), cuentan solo los efectos emotivos manipulados por contenidos aparentemente cognoscitivos”.

Ante la ausencia de fuentes de información distintas a las del aparato de propaganda al servicio de EE.UU. y la OTAN, una vez que medios como Rusia Today o Sputnik han sido silenciados o censuradas cuentas en Twitter o bloqueados canales en YouTube, el público es más susceptible de ser manipulado.

Dice Serguéi Kara-Murza en el libro de su autoría La manipulación de la conciencia, publicado por la Editorial de Ciencias Sociales de Cuba, que “una de las reglas más importantes de la manipulación de la conciencia reza que el éxito depende de cuán completamente se haya logrado aislar al destinatario de la influencia ajena” y añade que “una situación ideal para esto sería la totalidad de la influencia, es decir, ausencia total de fuentes de información y de opinión alternativas, incontrolables”.
Mientras los medios occidentales satanizan a Putin, ensalzan a Zelenski al punto de compararlo con la figura bíblica de Moisés. Juan Arias, periodista del diario El País escribió un artículo con el título “¿Zelenski, el nuevo Moisés bíblico?” en el que expresa que “el presidente de Ucrania es hoy quizás el político más amado y admirado por el coraje que está demostrando para salvar a su pueblo de la esclavitud a la que intenta condenarle Putin”.

Lo diabólico representado por el mandatario ruso y lo inmaculado por Volodímir Zelenski. El mal debe asociarse con Putin y la bondad con Zelenski. El discurso religioso utilizado como un instrumento de propaganda por medio del cual se genera rechazo o afinidad con personajes que los medios de comunicación puestos al servicio del imperialismo, elevan a la condición de sátiros o de ángeles.

A lo religioso se suma el glamour para exhibir al mandatario ucraniano y su esposa como personas agradables, sencillas que, en medio de las difíciles circunstancias que vive su país, no pierden su sensibilidad, perfectamente representada en sus rostros en los que se entremezcla el dolor, pero también la esperanza, reflejada en las posturas y sonrisas que los fotógrafos plasman en sus imágenes.

En Zelensky, los medios han visto a un nuevo Moisés, pero también han descubierto su parte sensual al punto de designarlo como el presidente más guapo del mundo. La revista colombiana Semana publicó el 1 de marzo de 2022 un artículo con el título “Zelenski: de presidente a ‘sex symbol’” en el que dice: “Zelenzki, a sus 44 años, luce un cuerpo bien acondicionado y una cara suficientemente atractiva como para hacerlo sobresalir entre los muchos líderes mundiales. Pero según el diario The Mirror fue con las fotos vestido de camuflado que muchas mujeres se rindieron a sus pies”. 
Es innegable que el aparato de relaciones públicas puestas al servicio del mandatario ucraniano ha cumplido muy bien su papel y que su equipo comunicacional ha sabido utilizar eficazmente los medios, fundamentalmente las redes sociales, para posicionar el mensaje de Zelenski, así como su imagen al punto que, como dice la revista Semana, “ha conquistado el corazón de muchas mujeres”. El apoyo de empresas lobistas como Yorktown Solutions y Karv Communications, así como de la coalición de medios puestos al servicio del régimen de Kiev, ha sido esencial para la promoción de Volodímir Zelenski.

De esa manera van imponiendo un relato discursivo por medio del cual se imputa a Rusia de todos los males, mientras se victimiza y se exalta al régimen ucraniano.

En noviembre de 2014 la revista francesa Elle publicó un reportaje en honor a Vita Zaverukha, una joven de 19 años a la que calificó como la “Juana de Arco” de Ucrania por su lucha contra los “separatistas rusos”. Zaverukha, retratada como una patriota, formaba parte del batallón nazi Aidir. Esta “valiente nacionalista”, según la revista Elle, no tuvo reparo alguno en publicar fotografías haciendo el saludo hitleriano, teniendo de fondo la bandera con el águila imperial del nazismo. Esta “inocente” joven participó en los crímenes cometidos en Odessa en 2014, cuando 50 personas murieron incineradas en la Casa de los Sindicatos a la que prendieron fuego los neonazis ucranianos que participaron en el golpe de Estado.

“Se coló, no lo sabíamos, era difícil detectar las preferencias políticas de los combatientes del batallón Aidir”, utilizó como excusas la revista Elle. Lo cierto es que el reportaje en cuestión es una muestra del posicionamiento mediático de occidente a favor de los grupos que han masacrado a la población en Donetsk y Lugansk desde 2014, lo que siguen haciendo hasta el día de hoy.

El canal español La Sexta se ha hecho eco de las declaraciones del fundador del batallón neonazi Azov, Andrei Biletsky, que ha acusado a Rusia del uso de armas químicas. El periódico español La Razón ha calificado de mercenarios a los chechenos liderados por Ramzán Kadýrov que combaten junto a Rusia y resistencia a los neonazis del batallón Azov en Mariúpol. El periódico El Correo publicó un artículo de Helena Rodríguez titulado “Los ‘nazis’ del Batallón Azov a los que Putin aupó como héroes de Ucrania” en el que encumbra a los líderes de ese grupo paramilitar, Andrei Biletsky y Denis Projipenko, de quienes dice “muchos han dejado de mirarles con desprecio para admirar su lucha y agradecer su defensa” frente a Rusia. Nótese que en el título la palabra nazis está entrecomillada.

Los testimonios de personas en las zonas liberadas por el ejército ruso no aparecen en los noticieros de los medios occidentales que, además, achacan al ejército de ese país todo tipo de crímenes.

Cuando se habla de bombardeos, destrucción de infraestructura, la narrativa mediática a favor del régimen ucraniano acusa de esos actos únicamente a Rusia. Los ataques perpetrados por el ejército de Ucrania en Mariúpol, Donetsk, Lugansk no existen para la coalición mediática occidental. Pese a que hay evidencias del lanzamiento de misiles Tochka-U, utilizados por las fuerzas militares de Ucrania, las acusaciones recaen exclusivamente sobre el ejército ruso. Las informaciones que se reproducen por las agencias occidentales no ponen en duda las versiones oficiales del régimen ucraniano, de EEUU y los voceros de la OTAN. El 8 de abril de 2022 cayó en la estación de trenes de Kramatorsk un misil Tochka-U, lo que produjo la muerte de más de cincuenta personas y heridas a otras tantas. De inmediato se acusó a Rusia de este bombardeo. No se dio espacio para el examen de los hechos.

No se debe olvidar la publicación de una fotografía en primera plana hecha por el periódico italiano La Stampa el 16 de marzo de 2022 con el título “La Carneficina”, con la cual acusaron a Rusia de haber provocado la muerte de personas en una ciudad ucraniana, cuando en realidad la fotografía, en la que se veían cadáveres en las calles y a un hombre de pie con las manos en el rostro, correspondía a un ataque realizado por el ejército ucraniano contra Donetsk que provocó una veintena de víctimas.

En los primeros días en que estalló el conflicto, cadenas como Telecinco publicaron videos de personas evacuadas, niños despidiéndose de sus padres mientras se embarcaban en buses para buscar refugio, supuestamente como resultado de la operación militar rusa. El 26 de marzo de 2022, Julián Macías Tovar publicó en su cuenta de Twitter un mensaje, acompañado de un vídeo, mediante el cual puso en evidencia las mentiras del canal de la televisión española que utilizó filmaciones de familias de Donetsk, evacuadas a Rusia tras los ataques perpetrados por Ucrania en ese territorio días antes del 24 de febrero de 2022.

El 22 de junio de 1941 Alemania invadió la URSS. Esclavización, torturas, muerte, destrucción de infraestructura, confiscación de tierras, privación de alimentos y agua, apropiación de obras de arte, fueron algunas de las terribles consecuencias que sufrió el pueblo soviético debido a la agresión criminal nazi.

Como se ha señalado en párrafos anteriores, la operación militar ordenada por Putin contra Ucrania no obedece a la decisión de un individuo perturbado que se le ocurrió invadir un país para apoderarse del mismo. Hay un proceso previo que se ha explicado y que como lo han señalado varios expertos han conducido a Rusia a tomar esa decisión para proteger su seguridad ante la política expansionista y militarista de EE.UU. y la OTAN a través de su “mascota geoestratégica”.

Las advertencias de Putin sobre la expansión de la OTAN y su acercamiento a las fronteras con Rusia a través de Ucrania, así como las demandas hechas por el mandatario ruso para que se den muestras de que no existía una política de agresión contra su país, cayeron en un saco roto.

Todo esto llevó a Rusia a tomar la decisión de dar el primer golpe, antes de ser golpeada. Se trata, como lo ha expresado el pensador marxista vasco Iñaki Gil de San Vicente, de una guerra defensiva.

Al imperialismo no le conviene que esta guerra acabe pronto. Para el aparato militar industrial estadounidense resulta un buen negocio. El presupuesto militar de EE.UU. para 2023 aumentará un 4%, lo cual da un monto total de 813.000 millones de dólares. El presidente Biden ha autorizado 800 millones de dólares más en asistencia militar para Ucrania, a la vez que continúa enviando armas para ese país que incluye municiones, artillería pesada, misiles, pistolas, fusiles, ametralladoras, granadas, morteros, helicópteros, drones. Los socios de EEUU también siguen surtiendo de armas a Ucrania para continuar la guerra. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha enviado 200 toneladas de equipos militares para el ejército ucraniano. Alemania, Bélgica, Canadá, Francia, Finlandia, Gran Bretaña también han realizado sus envíos para así prolongar el conflicto.

EE.UU., la OTAN, el régimen ucraniano y la coalición de medios puestos a su servicio, han hecho suyas las consignas pintadas en el Ministerio de la Verdad, en la obra de George Orwell, 1984: La paz es la guerra, la libertad es la esclavitud y la ignorancia es la fuerza.

Mientras tanto continúan con la destrucción de la memoria histórica para enterrar en la fosa del olvido lo que la URSS y Rusia hicieron para detener a la peste parda en la Segunda Guerra Mundial, a la vez que pretenden destruir el legado cultural, artístico y científico ruso, así como impedir a sus deportistas la participación en diversas competencias.

Monumentos a los héroes que lucharon contra el nazismo están siendo destruidos. Neonazis del Batallón Azov tumbaron el monumento erigido en honor al mariscal Gueorgui Zhúkov en Ucrania, así como el de Zoya Kosmodemiánskaya, militante del Konsomol ahorcada por los nazis luego de ser torturada, en Alemania, de igual manera neonazis vandalizaron el monumento a los soldados soviéticos caídos en la Segunda Guerra Mundial, en Polonia, desde hace algunos años atrás se vienen retirando monumentos que honran la memoria de los soldados soviéticos que lucharon contra el nazismo.

La histeria rusofóbica no cesa ahí. The Space Foundation ha eliminado el nombre de Yuri Gagarin de un evento realizado el 3 de abril de 2022. Gagarin fue el primer hombre en volar al espacio. En México, el director de la Sinfónica del Estado de Zacatecas canceló la Obertura 1812 del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky. La Royal Opera House de Londres cesó la temporada de verano con el Ballet Bolshoi de Moscú. Winbledon prohibió la participación de los tenistas rusos entre los que se destaca Daniil Medvédev y Anastasia Pavlyuchenkova.
Al tiempo que esta locura sucede, la inmundicia elaborada por la industria mercantil de la alienación y el embrutecimiento se introduce con sus productos en la mente de la niñez y la juventud con canciones que denigran a las mujeres e incitan al consumo de droga, películas que fabrican héroes artificiales que luchan por la libertad al estilo estadounidense, publicidades que inducen al consumismo, con mensajes misóginos y racistas, literatura barata de autoayuda, esotérica, espectáculos denigrantes y por supuesto el mundo de la prostitución, el juego, las apuestas y todo tipo de vicios que EEUU y sus lacayos no se atreven a cancelar.

Mentira e ignorancia vs verdad

Decía Bertolt Brecht que: “Quien quiere hoy día combatir la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que vencer por lo menos cinco dificultades. Deberá tener el valor de escribir la verdad, aun cuando sea reprimida por doquier; la perspicacia de reconocerla, aun cuando sea solapada por doquier; el arte de hacerla manejable como un arma; criterio para escoger a aquellos en cuyas manos se haga eficaz; astucia para propagarla entre estos”. 
Es necesario pensar porque como decía el dramaturgo y poeta alemán “la victoria de la razón sólo puede ser la victoria de los que razonan”.

Tomado de Cronicon.

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