Internacionales

Miami, el tráfico de drogas y otras alertas (II)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

 

La caja de Pandora, que es la cuestionada policía de Miami, no se cierra, cuando se espera que un caso culmine y se adecente el cuerpo, en otra causa aparecen hechos deplorables en un país que insiste, en vano, en convencer a otros de ser paradigma y ejemplo a seguir.

Uno de los casos más reciente es el del policía de la ciudad Hialeah, cuya población es predominantemente de origen cubano, que fue despedido por abusar de mujeres jóvenes. El jefe de la policía de Hialeah, Sergio Velázquez, comunicó el arresto del sargento Jesús Menocal Jr. por cargos federales relacionados con el abuso sexual de mujeres.

El criminal se declaró culpable de presionar a varias jóvenes para que tuvieran relaciones sexuales con él valiéndose de su condición de autoridad, uniforme y estar de servicio, las extorsionó para lograr el nexo carnal. Será condenado a un máximo de tres años de prisión en virtud de un acuerdo con la fiscalía a cambio de un delito menor, en vez de una posible cadena perpetua si hubiera enfrentado un juicio.

Cualquier mortal, no uniformado hubiese enfrentado una condena ejemplar severa debido a las agravantes concurrentes, pero esta acosador sexual fue beneficiado con “un delito menor”. Abusar de tres mujeres desde su posición de autoridad y en servicio se considera en esa ciudad como un delito de menor cuantía. Es un dato a tener en cuenta para los críticos de la actuación policial y de la justicia.

 

Como parte del acuerdo, porque hay que conocer que en esa justicia al margen del bien lesionado y de sus intereses, los fiscales federales pueden llegar a arreglos con el criminal, en este caso retiraron el principal cargo de delito grave  de agresión sexual con el pretexto de llamar al estrado a algunas trabajadoras sexuales, quienes habrían sido objeto de duras preguntas de los abogados defensores. Es decir por el hecho de ser prostitutas las hace personas de categoría inferior y para no hacerlas pasar por un trance no deseado, al violador se le libra del cargo justo. La pregunta es: “Cuánto no habrán escuchado y sentido a diario estas damas en ese duro e histórico oficio”.

Los fiscales federales presentaron al acusado como un depredador sexual con uniforme de policía. En los documentos judiciales, condenaron su mala conducta criminal, diciendo que el hombre de 34 años traicionó su “juramento de servir a la comunidad” al agredir sexualmente a tres mujeres, incluyendo una víctima con problemas de salud mental. Otra agravante de la responsabilidad criminal.

“Este deber era especialmente sagrado cuando se trataba de proteger a los más vulnerables de su comunidad”, escribió el fiscal federal adjunto en el memorando de sentencia, recomendando que la jueza federal lo sentenciara a un máximo de tres años, un año por cada uno de los tres cargos de delitos menores.

“Sin embargo, en lugar de servir a su comunidad, el acusado empañó su placa y abusó de su autoridad al explotar sexualmente a las mismas personas que se suponía que debía proteger”, escribió el fiscal. Lo argumentado pareciera muy severo, pero la realidad es que un año por cada delito, es una pizca de justicia, no tendrá internamiento, con sus antecedentes y buena conducta cumplirá poco menos de la mitad.

“El hecho de que cometiera sus delitos mientras ostentaba el rango de supervisor de sargento, encargado de dirigir a los agentes de patrulla bajo su mando, es aún más preocupante”. Son agravantes a tener en cuenta en ese proceso, que evidentemente está amañado por la presencia en el cuerpo de otros familiares del criminal.

El agente despedido se declaró culpable de tres delitos menores que le acusaban de obligar a tres víctimas femeninas a tocarle el pene, practicarle sexo oral o mantener relaciones sexuales mientras estaba de servicio, según los registros del tribunal federal. Los tres incidentes formaban parte de una serie de denuncias que se remontan a 2014 y 2015 y que incluían un supuesto caso de sexo oral que involucró a una niña de 14 años.

El acosador fue suspendido temporalmente de sus funciones, pero luego fue restituido por su jefe de policía, quien solo lo despidió después de que agentes del FBI lo arrestaran en diciembre de 2019. El propio superior  fue destituido de su cargo dos años después. Esta saga es una muestra de hasta dónde está devaluada la ética de ese cuerpo. Una menor involucrada, una incapacitada mental y dos mujeres violadas, privadas de sus derechos civiles de elegir con quien tener sexo y la censura de la sociedad estadounidense son apenas tres años, que vergüenza para esta parte del “sueño americano”.

Como era de esperar, los abogados argumentaron que más de setenta familiares, amigos y agentes de la ley destacaron su dedicación como veterano de 13 años de la policía, pero minimizando su comportamiento patibulario. Los abogados recomendaron que no se le impusiera ninguna pena de prisión, sugiriendo en su lugar una “reclusión alternativa” combinando estancias en un centro de reinserción social con el arresto domiciliario.

En los antecedentes presentados estaba haber sido nominado como oficial del año y  numerosos elogios y premios reflejaron todo el trabajo que realizó”. El colmo de la banalidad para un adulto de 34 años, se sustentó que se su conducta sostenida era debido a una masculinidad inmadura o una cultura tóxica. Es difícil, reconciliar a esa persona con el acusado ante este tribunal. En conclusión detrás de su conducta pública aparentemente impecable, se escondía un simulador perverso.

Los acríticos de este depredador sustentaron: “Ciertamente, los hechos de este caso son preocupantes, por decir lo menos, pero cuando se comparan con décadas de buenas acciones y una vida dedicada a servir a su comunidad, este tribunal debe mirar no solo los hechos que rodean el delito, sino como hombre, padre, marido, hijo y ver que puede redimirse, por ello se ha ganado una segunda oportunidad”. En realidad lo que necesita es atención psiquiátrica, policías como estos lo mejor es sacarlos de las calles.

¿Qué peor ejemplo de un aparente padre de familia, amante esposo, hijo ejemplar, que ser en realidad un pervertido? Nadie de repente se convierte en lo que él es. No pensó que sus víctimas pudieran haber sido madres, esposas, hijas en una familia.

El reo aceptó renunciar a su licencia de policía y no volver a solicitar ningún puesto en las fuerzas del orden. Sin embargo, con una condena por un delito menor, podría poseer un arma y reanudar su trabajo en una escuela de entrenamiento de armas de fuego que es propiedad de su familia. Su padre, Jesús Menocal padre, es ex jefe de Policía de Sweetwater. Su tío, Ignacio Menocal, también fue policía. La justicia en ese paraíso se mediatiza con el tráfico de influencias.

Tampoco tendrá que registrarse como delincuente sexual en el estado de la Florida. Después de varios meses de benévolo internamiento, el caso será cerrado y borrón y cuenta nueva, como se suele decir para constatar, que aquí no ha pasado nada.

Este ejemplo reafirma como la ética está ausente: “Como parte del acuerdo con la Fiscalía, el primer cargo de delito grave en la acusación de Menocal fue retirado, aunque él reconoció la acusación de la víctima en una declaración presentada ante el tribunal. El cargo alegaba que en junio de 2015 detuvo a una joven de 17 años, la llevó a una subestación de policía de Hialeah y la obligó a desnudarse en una habitación sin cámaras mientras la presionaba para tener relaciones sexuales. Ese cargo original incluía una acusación de “secuestro” que conllevaba hasta cadena perpetua. No solo conminó a una adolescente a tener relación no consentida, lo hizo en su puesto de trabajo, uniformado, de servicio, con una placa y armado, circunstancias suficientes para una pena superior”.

Ninguno de los tres cargos de delito menor incluyen ninguna referencia a ese agravante ni a la amenaza del uso de su arma policial, que conllevaba hasta 10 años de prisión. Por lo tanto, solo según la ley federal: hasta un año cada uno.

El arresto se produjo un mes después de que el Miami Herald informara que su presunta mala conducta fue revelada por primera vez a la policía de Hialeah en 2015, cuando cuatro mujeres y niñas dijeron a los investigadores que el sargento las había agredido. La víctima más joven tenía solo 14 años, quien dijo que la obligó a practicar sexo oral después de amenazarla con la cárcel si no accedía. La mayor de las víctimas, de 20 años, se cayó de un coche en marcha y murió apenas unos meses después de ser interrogada por las autoridades.

En los documentos judiciales, los fiscales federales explicaron con detalle cómo se aprovechó de las tres víctimas que constituyeron la base de la causa penal contra él, aunque las autoridades citaron además a varias otras presuntas víctimas. Las imágenes de vigilancia de la policía mostraron al criminal llevando a un total de 11 mujeres a una subestación de policía de Hialeah en un período de un mes entre mayo y junio de 2015, según los fiscales. El encausado es un contumaz depredador sexual, que ha tardado en más de seis años en ser juzgado.

Existió premeditación en su actuación, no fueron brotes incontenibles de lujuria, según los documentos oficiales: “Todos estos incidentes ocurrieron en el fin de semana o después de las 5:00 p.m.”. “Las pruebas de video muestran al acusado llevando a cada una de estas mujeres a habitaciones cerradas en la subestación que no estaban cubiertas por el sistema de vigilancia”. Sabía lo qué hacía y cómo lo hacía.

El 13 de mayo, finalmente la sentencia ínfima fue conocida: Fue sentenciado en un tribunal federal de Miami, Florida, a tres años de prisión y un año de libertad supervisada, la sentencia máxima legal.  “El Departamento de Justicia no tolerará a los oficiales de policía que abusen de su autoridad para aprovecharse de aquellos a quienes juraron proteger”, dijo la Fiscal General Auxiliar Kristen Clarke de la División de Derechos Civiles. “El oficial de policía sentenciado hoy violó no solo los derechos de sus víctimas, sino también la confianza del público”, dijo el Fiscal Federal Juan Antonio González para el Distrito Sur de Florida. “Como muestra esta acusación, responsabilizaremos a aquellos en nuestra comunidad del sur de la Florida que abusan de sus posiciones de poder y se involucran en una conducta ilegal tan vergonzosa”. Pura retórica vergonzosa, lo hecho y conocido obligaban a una sentencia justa no solo para el criminal, sino también para las numerosas víctimas.

 

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Gallardo lawyers.

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