Cuba

El incendio en Matanzas, más allá de las llamas y el humo

Por Gustavo Maranges.

Hoy luego de varios días revisé lo que los grandes medios han reportado sobre el accidente en la Base de Supertanqueros de Matanzas y para nada me sorprendió lo que encontré. Y digo esto porque ya muchos nos hemos acostumbrados al sensacionalismo y no a la prensa seria sobre Cuba.

Lo que para Cuba ha sido un accidente trágico y de consecuencias incalculables, para quienes viven fuera de la isla, ha quedado reducido a las espectaculares fotos de llamas enormes acompañadas de una columna de humo negro que ensombrece a dos de las principales ciudades del país.

Como si de un circo romano se tratara, las agencias muestran el combate entre dos gladiadores muy desiguales, los bomberos y el fuego que todo lo arrasa, como sugiriendo de antemano quién ganará. Una vez más, han elegido el relato del desconsuelo y de la catástrofe para vender la noticia, y han sacrificado lo mejor: las historias de quienes llevan ya 4 días de trabajo ininterrumpido.

Para muchos en el mundo el hashtag #FuerzaMatanzas quedará inmortalizado con las imágenes de un accidente terrible que se cobró la vida de una persona, 14 desaparecidos, tiene a otros en estado crítico y grave y es un punto estratégico de la economía de una isla del Caribe. Sin embargo, la historia es bien diferente para quienes lo vivimos desde Cuba, sobre todo los Matanceros.

Para los cubanos lo que ha sucedido en la Atenas de Cuba va mucho más allá de un accidente. Ver las imágenes de 4 tanques arder permanentemente ha hecho correr las lágrimas de miles, pero también ha hinchado el corazón de orgullo a muchos como yo. Ver los incansables esfuerzos de los bomberos por luchar contra un rival mucho más fuerte, sus frustraciones, sus alegrías, su sufrimiento ante los 14 amigos desaparecidos, me hace reflexionar acerca de la calidad humana y profesional de quienes hasta entonces poco o nada sabía.

Ellos, los bomberos y los rescatistas, son hoy la cara humana de esta tragedia, pero hay aún mucho más. Detrás de ellos, hay cientos de personas garantizando servicios de salud, alimentación, mantenimiento de los equipos que se utilizan y, sobre todo, hay millones de cubanos dentro y fuera de la isla deseos de ayudar de cualquier forma a quienes lo necesitan.

Emociona ver como desde las provincias cercanas las personas y las instituciones han hecho todo a su alcance para aliviar la situación de los matanceros. Han brindado alimentos, medicamentos y algunos, incluso su vida, como es el caso del bombero cienfueguero, quien ha sido identificado como la primera víctima del accidente.

En Matanzas no existe una persona que no hable de lo sucedido, que no esté al tanto de si se apagó un tanque o se incendió el siguiente, de si se necesita una gaza, un medicamento o una modesta tacita de café para el chofer de la ambulancia que lleva ya dos días sin ir a su casa. El concepto de familia crece, crece hasta lo inimaginable y de pronto raros nombres y caras comienzan a sentirse más cercanos.

En medio del sufrimiento colectivo, se siente muy bien saber que en un solo día se hicieron más de 600 donaciones sangre solamente en Cárdenas para contribuir al tratamiento de los lesionados. Hoy, en Matanzas, el famoso slogan de la Casa de las Américas “Mi casa es tu casa” toma sentido, cuando varios hostales han ofrecido sus habitaciones para alojar a los trabajadores de la salud y personal de logística que han viajado a la ciudad para ayudar. Algo similar sucede con restaurantes privados como La Campiña y algunas panaderías privadas que ha contribuido con la alimentación de los que trabajan sin descanso por mitigar los efectos del incendio.

La Habana, vio con asombro el humo matancero que desde el amanecer del primer día cruzó el cielo de la capital. Allí, las personas se han organizado espontáneamente para enviar todo lo posible. Incluso se hizo una lista con las prioridades para no malgastar esfuerzos. Muchas de estas donaciones han llegado gracias a las instituciones que han abierto espacios para recibirlos o gracias a las mismas personas que lo han trasladado hasta la propia ciudad de Matanzas.

Ante gestos de tanta humanidad solo queda alegrarse de que en medio de las adversidades los cubanos conservemos ese amor por el vecino y esa voluntad de hacer el bien que nos caracteriza.

El apoyo ha llegado desde todos los lugares, los cubanos en el exterior y los amigos de Cuba han acopiado material médico, dinero y alientos para donar. Las iniciativas de Puentes de Amor, The People’s Forum, Pastores por la Paz y CodePink, por solo mencionar algunas, van más allá de lo material. Nos recuerdan que nunca hemos estado solos y que Estados Unidos es mucho más que un puñado de políticos y personas enfrascadas en provocar más sufrimiento a los cubanos. Para ellos y todos los que tan solo hayan podido desear el bien, nuestro más eterno agradecimiento.

Muchas han sido las declaraciones de apoyo desde todo el mundo tanto de personalidades como de gobiernos. Pero especial mención merece la ayuda de venezolanos y mexicanos. Ante la magnitud del desafío, ambos países dieron más que consejos y pusieron el cuerpo para unir fuerzas y experiencias en la extinción del fuego. Una vez más vez la historia nos junta para escribir páginas de humanismo dignas de plasmar en los libros. Otros como Jamaica, el Reino Unido y Rusia han enviado recursos, en tanto Estados Unidos ofreció asesoría técnica.

Esta es la verdadera historia del accidente en Matanzas. Es el relato del ímpetu ante el dolor, de la sonrisa y la lágrima, la de los errores y los aciertos. Esta es una historia de solidaridad, de unidad y de amor, algo que los cubanos tenemos de sobra, pero hoy, nos tocó recibir.

La historia detrás de #FuerzaMatanzas es la humana y no la de las llamas que por azar del destino han venido a quitarnos lo que con tanto esfuerzo construimos. Ese es el relato que perdurará en Cuba, porque lo sufrimos, lo vivimos, porque nos afectó mucho y, aun así, nos enfrentamos al desafío.

Luego de ver como los cubanos hemos respondido ante este accidente, no me cabe duda que todo se hará en el menor tiempo posible. Para entonces, habrá caminos tronchados pero también historias heroicas que nos recordaron que somos un país de valientes, donde tirar pa’atrás no está permitido.

Imagen de portada: Lema.

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