Internacionales

Vigencia del programa de acción encubierta contra Cuba (IV)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

El memorando del 11 de diciembre de 1959, ratificado en su contenido magnicida el 9 de marzo de 1960 y ampliado en el renovado programa de acciones encubiertas del 19 de mayo de 1961, propuso un paquete de agresiones, entre estas: Los ataques de una radio clandestina desde países del Caribe, por parte de un grupo liberal, trabajando estrechamente con nosotros y utilizando a cubanos para las transmisiones. Operaciones de interferencia contra la radio y la televisión de Castro, a ser instrumentada desde dentro de la Isla.

La CIA, en su desesperación por cumplir con el encargo de la administración, jugaba al ensayo y error. Mientras el 11 de diciembre de 1959, excluía como se verá a las fuerzas desplazadas por la Revolución, en el programa en su versión del 19 de mayo, mima al Consejo, formado por grupos afines a la dictadura y los partidos tradicionales. Así consignaba King, en su temprana propuesta: Alentar a grupos opositores a favor de Estados Unidos, excluyendo a los seguidores de Fulgencio Batista y Rolando Masferrer, para establecer por la fuerza un área controlada desde Cuba. Esto tendría las siguientes ventajas: Permitiría el establecimiento de una emisora de radio de onda larga, que alcanzaría a todas las emisoras de radio en Cuba. Como ésta se hallaría en suelo cubano, los problemas de operaciones conjuntas con otros países quedarían eliminados. Un área controlada sería el punto de reunión para la creciente oposición a Castro, lo mismo que ocurrió con el Movimiento 26 de Julio en las montañas de Oriente, que se convirtió en el punto de reunión de los que se opusieron a Fulgencio Batista.

El coronel King, no entendió lo sucedido en Cuba ni estudió su historia, pensaba que lo acontecido era más de lo mismo y se equivocó totalmente.

Lo redactado a continuación tiene total vigencia cuando los estudios de los enemigos contemporáneos clasifican a los cubanos actuales entre los comprometidos, los indecisos y los contrarios a la Revolución, entonces King, expresó: Esto sería un medio para evaluar la fortaleza y la fibra de la oposición, separando a los convencidos de los indecisos.

Ya los primeros intentos de bandidos en las montañas cubanas habían fracasado, algunos esbirros de la tiranía se habían escondido de la justicia en parajes de las provincias de Pinar del Río y el entonces Oriente, capturados, habían dado razones para organizar a las milicias, que serían después junto a las fuerzas armadas cubanas un baluarte en la lucha contra esos asesinos. El inspirado coronel, recomendaba: Asimismo, los elementos del ejército cubano constitucional, en su mayoría fragmentados, tendrían un lugar adonde ir. El considerable movimiento guerrillero dentro de Cuba, acabaría con los planes de Castro para la acción revolucionaria en contra de otros países.

El punto, que guiaría el accionar de la CIA en los siguientes cincuenta años, como una premisa mágica, que daría la victoria y solución al llamado “problema cubano”: Se le debe dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan cercanos a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che Guevara cuentan con su atracción magnética sobre las masas. Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno actual. Meses después, en el memorando del 9 de marzo de 1960, King, desesperado por el paso del tiempo sin resultados, propuso la eliminación de Fidel, Raúl y el Che, de una sola vez, de no ser así la lucha contra la Revolución, sería prolongada e incierta.

En dirección contraria se trató de revivir el inoperante y fenecido Consejo, en esa dirección se idearon: Operaciones apuntadas a fortalecer el prestigio y aceptación del Consejo Revolucionario: A través de todos los medios y mecanismos factibles de propaganda, se hará un esfuerzo para fortalecer el prestigio del Consejo Revolucionario y sus programas, así como el de sus miembros individuales, para asegurar su aceptación como sucesor provisional del régimen de Castro. Mediante la adopción de un programa de acción política, se dará un impulso para mantener un contacto estrecho y cordial con el Consejo Revolucionario con el propósito de proporcionar una guía abierta y un apoyo material a su estructura organizativa y a sus actividades clandestinas; mejorar la posición del Consejo, alentando su apoyo por grupos políticos aceptables y personalidades que ahora se oponen a él o no lo reconocen como líder de la oposición; (c) alentar al Consejo para que adopte una actitud conciliadora hacia todos los grupos políticos aceptables; y (d) ampliar sus bases para hacer que sea más representativo de todo el pensamiento político (con la exclusión de la extrema izquierda y la extrema derecha) e importantes sectores económicos y sociales (la Iglesia, el obrero, el militar, el estudiantil, el intelectual, etc.). La CIA estaba convencida de la inutilidad del Consejo, habían tenido contradicciones severas, antagónicas por el afán de protagonismo de sus integrantes, que reñían por cuotas de poder en un hipotético gobierno consecuencia de una invasión victoriosa, era un mal necesario por el que había que transitar, no se percataron de que ese engendro no representaba a ningún sector de la emigración cubana, eran políticos tradicionales sin influencia real en un futuro.

La visión del rescate del obsoleto Consejo, preveía tareas a largo plazo, fue evidente que la CIA, no sabía o no podía enderezar el llamado “proyecto cubano” y no fue innovador, no buscó nuevas herramientas, se enquistó en lo trillado y fracasado. Concibió acciones políticas estratégicas: Desarrollar contactos amistosos y estrechos con los líderes del Consejo Revolucionario, y los líderes (y/o líderes potenciales) de todos los partidos políticos y sectores económicos y sociales (iglesia, obrero, militar, estudiantil, intelectual, et al) para asegurar actitudes y contactos amistosos y útiles hacia Estados Unidos a lo largo del espectro político y social en la era postcastrista.

La recuperación de la capacidad informativa fue una tarea permanente, así la priorizaron: A partir de los medios existentes y potenciales en Cuba y en el extranjero, desarrollar y entrenar cadenas unilaterales de agentes en todas la esferas de la vida para asegurarle a la Agencia un flujo de información de inteligencia confiable y significativo durante el período caótico y confuso que existirá en la era postcastrista.

El trauma del fiasco, la desarticulación de los grupos internos, el reconocido prestigio de la seguridad cubana y el miedo en las estructuras de la CIA a repetir errores, perder agentes, recursos y posiciones adelantadas, eran factores que obligaron a insertar en la nueva versión propuestas de este tipo: En coordinación y cooperación con el Consejo Revolucionario crear, entrenar y apoyar un servicio de seguridad altamente motivado y profesionalmente competente y apolítico que se dedicará a la preservación de las formas democráticas de gobierno. Asignar un personal de la Agencia cuidadosamente seleccionado y calificado para que trabaje con el servicio en los momentos actuales y los posteriores a Castro. La preparada Operación 40, que limpiaría todo rastro de apoyo a la Revolución, tras el asegurado triunfo invasor, no había podido sanear la sociedad cubana de simpatizantes ni hacer una limpieza de tendencias políticas internas, para remediar engendró esta parte del plan.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Cubaminrex.

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