Internacionales

Vigencia del programa de acción encubierta contra Cuba (V)

Por José Luis Méndez Méndez * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

La CIA, desde el triunfo de la Revolución, insertó en el discurso cotidiano que los emigrados eran “exiliados”, para darle un matiz político, después numerosos migrantes se auto etiquetaron como tales, para recibir beneficios de las sucesivas administraciones. El decir, que eran refugiados o inmigrantes no les daba la connotación preferida, más recientemente las redes sociales presentan a los llegados a Estados Unidos, como que “escapan”, para consolidar otra falacia, que vivían en una “dictadura atroz”, un país en fuga, cuando en realidad viajan para buscar alternativas personales de solución a las limitaciones creadas precisamente por el efecto acumulativo de un sostenido y prolongado bloqueo, agudizado por la política de “máxima presión” de los demócratas, sucesores de la aplicación republicana del estrangulamiento económico y financiero, seguida de las 243 medidas punitivas de la pasada administración.

Este proceder demuestra la vigencia de lo propuesto hace más de 60 años, cuando el programa de acciones encubiertas, establecía: Mantener y fortalecer los excelentes contactos y relaciones que ahora existen con la prensa en el exilio, entidades de radio y personali­dades para asegurar contactos amistosos y útiles, así como actitudes dentro de los círculos de los medios masivos durante la era postcastristas.

El programa contaba con un respaldo millonario, además de expresar la voluntad política del flamante presidente John F. Kennedy, quien había asumido el poder el 20 de enero de 1961. Se afirmaba que desde el 1 de mayo de ese año, ya los recursos y medios estaban listos en espera de la aprobación: Los medios políticos primarios son los miembros del Consejo Revolucionario, con nuestros medios secunda­rios, existiendo otros exiliados cubanos en la periferia de las actividades políticas con los que estamos o podemos estar fácilmen­te en contacto. En ese momento más de mil mercenarios esperaban ser juzgados y condenados en Cuba; las bandas de alzados en estampida, en espera de órdenes, no les quedaba otra opción, que esperar; la contrarrevolución interna no se reponía del duro golpe del fracaso invasor y el socialismo había sido declarado en Cuba, su pueblo empeñado en la consolidación revolucionaria. El augurio, no pudo ser más patético: Se recomienda que se apruebe el programa descrito de acción encubierta diseñado para explotar cualquiera de las debilidades económicas, políticas y psicológicas del régimen de Castro.

Además, en una contrición, provocada por el contundente fiasco invasor, añadía la propuesta en un anexo fechado el 20 de mayo de 1961: La experiencia práctica adquirida el año pasado nos ha enseñado ciertas lecciones con relación a la seguridad y los problemas operativos para llevar a cabo un programa encubierto de esta magnitud. Si se corrigen los errores y se evita la publicidad no deseada, existen ciertas realidades que habrán que enfrentar en el comienzo del proyecto, y ciertas “reglas de base” con las se deben estar de acuerdo. Lo más importante de estos factores se describe breve­mente a continuación, pero de manera clara, para que se les den la debida consideración en el momento en que sea remitido este documento para su aprobación. 

El entrenamiento tendrá que ser proporciona­do para grupos relativamente pequeños. Con una excepción, creemos que esto se debe lograr fuera del área de Miami por razones de seguridad. La excepción se relaciona con el entrenamiento de comunicadores sencillos (operadores W/T). El entrenamiento se debe efectuar en casas de seguridad. Si este se realiza en el sudeste de Estados Unidos, se puede vincular con trabajos prácti­cos en nuestra mayor base de comunica­ciones encubiertas en el área de Miami.

Se necesitan áreas seguras y apro­piadas dentro de Estados Unidos para el entrenamiento en operaciones de pequeñas embarcaciones. Tal preparación incluirá pocos hombres de una sola vez. Estamos explorando la posibilidad de utilizar una instalación naval desactivada en [1 línea de texto n/d]. Otros sitios apropiados se buscarán en los cayos de la Florida, la Costa Occidental de la Florida, y el área de Golfo de México. La cuestión es que el entrenamiento se debe llevar a cabo en Estados Unidos, donde se puede aplicar una máxima seguridad.

Nos proponemos entrenar hasta treinta hombres de una sola vez en técnicas de resistencia, incluyendo el uso de demoliciones y otras técnicas de sabotajes. Será necesario que el sitio o los sitios selec­cionados estén suficientemente alejados de los centros de población o que sean de tal naturaleza (instalación militar) que el empleo de explosivos y demolicio­nes pueda explicarse de forma plausible. Si no se pueden encontrar áreas en Estados Unidos, este tipo de entrenamien­to bien se podría realizar en donde tenemos ciertas instalaciones) o en la isla de Puerto Rico, que tiene un número sitios de entrenamientos por separado con capacidad para la preparación de hasta veinte hombres en sabotajes mer­cantiles, técnicas de resistencia (incluyendo sabotajes). Debido a la barrera coralina, no sería apropiado el entrenamiento de pequeñas embarcaciones.

Además del entrenamiento de operadores simples de radio (los cuales deben estar estrechamente compartimen­tados) nos proponemos también entrenar a operadores simples W/T y a cuadros especialistas, aunque no necesariamente en ese orden de prioridad.

Nos proponemos mantener el control sobre algunos pilotos cubanos, navegantes y tripulaciones en tierra para futuras opera­ciones. Ellos deben ser colocados bajo una cobertura aérea comercial (instalacio­nes de nuestra propiedad) donde serán capaces de mantenerse para su provecho y donde estarán disponibles rápidamente para misiones operativas tales como lanza­mientos aéreos de reabastecimientos, tiradas de volantes desde el aire y, si surgiera alguna vez la necesidad, ataques aéreos.

Hemos tenido la experiencia que los pilotos cubanos no tienen la capacidad de acometer, con nin­gún grado de éxito asegurado, los lanzamientos aéreos nocturnos. La mayoría de las entregas de cargas intentadas el año pasado fracasaron, las cuales se per­dieron o cayeron en manos del enemigo. Por consiguiente, si surge la necesidad de realizar amplias entregas de armas y suministros a las guerrillas en las mon­tañas cubanas desde el aire, se debe autorizar el empleo de personal norteameri­cano contratado como pilotos y navegantes en conjunto con las tripulaciones cubanas. En un menor grado será necesario el personal norteamerica­no contratado para la ejecución exitosa de operaciones marítimas (entrega de suministros, infil­tración y exfiltración de agentes) y, si surgiera la necesi­dad, para la participación en operaciones de ataque –del tipo de sabotajes.

Razones geográficas, apoyadas por nues­tra experiencia, dicta la necesidad del uso de las instalaciones marítimas y aéreas de Estados Unidos para el andamiaje de las acciones de sabotajes, de infiltra­ción–exfiltración, de suministros, de ataques sorpresivos y de operaciones de propa­ganda. Aunque podemos tener acceso a la base nicaragüense para ocasionales entre­gas por aire a Cuba, la distancia es demasiado grande y los riesgos políticos son demasiados inseguros para nosotros, al depender de una sola instalación, espe­cialmente si los movimientos guerri­lleros y de resistencia alcanzan tales propor­cio­nes que casi sean necesarias operaciones diarias de reabastecimiento.

Este programa fue ejecutado y diversificado durante años, fue la base de la sistemática agresión, que llega hasta el presente, numerosas recomendaciones y propuestas tiene total vigencia.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *