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La ultraderecha: El caso Latinoamericano

Por Emilio Delfín * .

El controvertido expresidente Donal Tromp se suele ver desprevenidamente como un personaje pintoresco, obstinadamente mentiroso e incluso algunos lo consideran “mal de la cabeza”.

Opiniones parecidas han merecido otros líderes “trumpistas” en Nuestra América como el exmandatario brasileño Bolsonaro. Todos cumplen con determinados parámetros de actuación y levantan pasiones en prácticamente los mismos segmentos sociales y políticos.

No son casos aislados, ni siquiera pasajeros o productos de un error de multitudes coyunturalmente frustradas. Más allá que su existencia y “éxitos” políticos, son básicamente fruto de cierto clima arraigado de desesperanza, relativamente extendida en la mayoría de las poblaciones de los países aludidos y más allá.

El sistema capitalista contiene una contradicción sistémica: por un lado, el inevitable proceso de incremento de la desigualdad/concentración de la riqueza y por el otro, la carcasa democrática del sistema político liberal, que establece las reglas del juego, la convivencia social y evoca los “viejos” principios de la Revolución Francesa.

En su proverbial capacidad de resiliencia en materia no solo económica, sino también política, el sistema intenta reproducir las condiciones políticas que permitan gestionar esta contradicción, entre concentración del poder vs la igualdad de oportunidades y libertad de las personas constantemente prometida, pero inexistente en la realidad.

Existe una amplia bibliografía y publicaciones que nadie puede acusar de ideológicamente anticapitalistas, que demuestran el creciente desastre que enfrentan las llamadas clases medias, aquella franja de la sociedad, concebidas en su doble función de expandir el consumo, mantener con vida la esperanza de ascenso social y servir de contención socio política entre las élites y las clases populares.

La frustración se ha convertido en palabra de orden. Las consecuencias ideológicas y políticas de este gigantesco fracaso socio económico, pudo haber derivado en un crecimiento y fortalecimiento de propuestas de izquierda, emancipadoras en serio o al menos progresistas.

Pero lo cierto es que el fracaso de las versiones de progresismo esencialmente “alérgicos” a fórmulas auténticamente revolucionarias, predominante en la primera oleada progresista en Nuestra América, dejaron a vastos sectores inmersos en un océano de confusión política, contribuyendo a más frustración (1).

En paralelo, también fracasó la derecha tradicional/convencional, que sustituyó en los gobiernos a ese progresismo inconcluso. Era lógico esa deriva, simplemente no podían ir contra los fundamentos del propio sistema de acumulación y dominación inherente al capitalismo subdesarrollado. Hicieron poco o nada para lidiar con la contradicción sistémica arriba apuntada.

En una época de hiperbolización de las fuentes de información masiva, vía redes sociales digitales y otros medios de difusión de seudo valores, fue fácil que tomaran cuerpo y extensión expresiones políticas que aunque existían en el pasado, tenían un espacio y presencia marginal, casi “folclórica” y que tras el trauma del fascismo/nazismo del pasado siglo, parecían definitivamente superadas por la humanidad.

Nueva ideología, mucho de trasnochada y nada de novedosa.

El movimiento de esta ultra derecha presenta como elemento distintivo un supuesto rechazo a algunos fundamentos del liberalismo clásico, del que se ufanaron las oligarquías en los últimos años, como superioridad política sobre otras alternativas.

También se identifican con el discurso y la visión mundo más conservadora, que la imaginación torcida de sus generadores pueda elaborar. Llegar al extremo de negar la redondez de la tierra o ver en cada acción innovadora un cálculo conspirativo para aniquilarlos (2), no resulta una excepción sino la norma admitida por estos grupos.

Estas corrientes suelen emplear un lenguaje violento, abundante pensamiento mágico (anti frustración), condimentado con teorías complotistas, donde los datos objetivos de la realidad se ignoran, predominando un enfoque emotivo y la charlatanería rampante.

Identificadas como alt-right o derecha alternativa, extrema derecha o derecha extravagante (3), crean organizaciones concebidas sin mayor rigor político, más bien parecidas a una estructura religiosa (4), generando un fuerte sentido de pertenencia a un grupo que se ven como especial, la otredad (5), erigiéndose en refugios identitarios contra el progreso y lo políticamente correcto.

Acá sugerimos hacer una parábola con el mundo del espectáculo y la música popular; la nueva derecha es lo más parecido al reguetón vulgar en política; es decir, una “derecha reguetonera” que cumple mucho de las generales de ley de su versión musical: lenguaje soez, apelación a instintos básicos y mucha manipulación de los tremendos desajustes sociales y éticos, de una sociedad en proceso de cambios por ahora enigmáticos.

Los nuevos referentes de esta ultra derecha son en rigor poco novedosos.

En la retórica electoral y movilizativa, estas corrientes “usurpan la semántica de la igualdad, la libertad y la fraternidad”, al decir de Fernando Buen Abad (6), en otras palabras, una manipulación de consignas provenientes de auténticas luchas populares y de izquierda, anti sistema puede decirse; en paralelo, un encendido verbo anticomunista que predomina en el credo ultraderechista, quizás el único aspecto donde son verdaderos.

En general se puede concluir que la ideología subyacente es una mezcla explosiva de frustración, estimulada por la postergación al infinito de reivindicaciones sociales pospuestas por las elites políticas tradicionales, donde se suma el misticismo pseudo religioso y una mirada en reverso, hacia un ideal de un mundo decimonónico, como si las sociedades no hubieran evolucionado, obviando que la dialéctica existe.

Capas medias manipuladas…idiotizadas.

Desde el punto de vista clasista, como ya se ha dicho, el peso fundamental de estas corrientes lo cargan sectores de capas medias, arrojadas al deterioro socio económico por la lógica concentradora del capital.

En su eterna aspiración de subir en el escalón social y objetivamente no poder hacerlo, sectores medios son víctimas fáciles de esta fanfarronería política, que resulta efectivo al esconder su real objetivo de salvar de la debacle social al sistema capitalista en su etapa decadente.

En Nuestra América tenemos ilustres pensadores, si se nos permite el sarcasmo en el calificativo, que están detrás de los ascendentes líderes de la derecha “extravagante”.

Se destaca por caso a Olivo de Carvalho, anti abortista emblemático y que afirma que el refresco de cola (Pepsi cola) debe su dulzura a restos de fetos humanos. Nos encontramos al argentino Ira Landucci, el principal propalador de las teorías terraplanistas en la Región.

En rigor, la lista de opiniones y teorías delirantes es muy extensa, imposible de abarcar y en general son eso, frenéticas propuestas cuyo proverbial propósito es victimizarse, para generar empatía entre los millones de afectados por el sistema sin proponerse cambiarlo. El alerta no está en los disparates implícitos, sino en la cantidad abrumadora de personas que les creen.

Nuestros” trumpistas.

En materia de líderes políticos, se procura inventariar a los más notorios o con capacidad electoral. Ya tenemos al ex presidente Jair Bolsonaro que como su émulo norteamericano, está lejos de ser aún un cadáver político.

Vemos al argentino Javier Milei economista y diputado de “Libertad Avanza”, que se auto califica de anarco capitalista (“el Estado es el enemigo”, dice) y que en su discurso visceral recuerda la consigna emancipadora “que se vayan todos”, que nos remite al hartazgo popular hacia los políticos tradicionales, que en el 2000 tuvo una salida progresista/kirchnerista. Aspira a la presidencia a disputarse en octubre venidero.

Desde Chile tenemos al ex aspirante a la presidencia Carlos Kast, que reivindicó como una rémora en modo pesadilla, al tirano Pinochet (“si estuviera vivo, votaría por mí”, aseguró el candidato). La paliza electoral propinada al oficialismo por el partido de Kast, en ocasión del arranque del proceso para otro referendo constitucional, podría expresar el eventual fracaso de la experiencia progresista encabezada por Boric. Resulta como mínimo patético que la ansiada reforma constitucional pinochetista, quedará en manos de un grupo pinochetista confeso.

Las elecciones en Costa Rica del 2018 nos dejan otro curioso ejemplo, ocasión en que Fabricio Alvarado, candidato del Partido Restauración Nacional (más conocido como RN) trastocó las tendencias centristas en los procesos electorales ticos, disputando sin éxito, por ahora, a dichas corrientes. El relativo éxito de esta propuesta se basó en su mensaje enfocado en el “eje cultural y moral” de la sociedad, apoyado por corrientes evangélicas y neo pentecostales.

Sin salirnos de Centro América, damos seguimiento al caso de la candidata presidencial, Zury Ríos, hija del líder golpista sindicado como uno de los grandes sanguinarios de ese país, el general Ríos Mont. Zury fundó en 2016 el Partido Libertador Guatemalteco, devenido para las actuales elecciones en Valor Unionista, y aspira a reivindicar el nefasto legado de su progenitor si accede a las presidencia, con un programa de ultraderecha denominado “Agenda 4.40”.

Otro ejemplo reciente es el de Payo Cubas, quien en las recientes elecciones de Paraguay disputó el control del gobierno con los modos y gestos propios de la ultraderecha aquí descritos, siendo superado por el candidato oficialista de la derecha “clásica”; desconoció los resultados al mejor estilo trumpista, con una violenta protesta frente al parlamento incluida.

La ultraderecha se articula a nivel continental.

Como era lógico, estas tendencias políticas han tratado de organizarse internacionalmente, con una fuerte presencia desde la “madre Patria” desde la versión española de la pujante ultra derecha europea, el partido VOX, y también con presencia de figuras protagónicas del “universo trumpista”.

Tenemos el llamado Foro de Madrid, fogoneado entre otros por un sospechoso habitual de estas lides, el eurodiputado de VOX, Hermann Tertsche, que considera a los afables Luis Almagro y Joseph Borrel como “traidores a la causa”, entre otros excesos retóricos, y que recientemente tuvo un aquelarre en la Lima tomada por los golpistas anti Castillo.

Nos encontramos con la denominada Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), fundada en los años 70 del pasado siglo y reciclada para los momentos que vivimos.

Recientemente se encontraron en México; su anfitrión, el local Eduardo Verástegui, que encabeza la asociación “Viva México”, aseguró que… “somos la verdadera derecha. Y aunque hay quienes dicen que también lo son, en realidad son lobos disfrazados de ovejas”… (7) ; expectantes en la sala, el ex convicto Steve Bannon, el gran ideólogo del trumpismo, junto a Eduardo Bolsonaro (hijo del ex mandatario brasileño), Ramfis Domínguez Trujillo (nieto del dictador dominicano), Ted Cruz, senador republicano norteamericano, de lejano origen cubano, y Santiago Abascal, líder de VOX.

Perspectivas y debate sobre la ultra derecha en América Latina. 

De momento, el auge de la ultra derecha en nuestro sub continente parece no concitar mayor preocupación.

Políticos y académicos de la propia derecha tradicional y de la izquierda, suelen subestimar esta suerte de metástasis política. Otros analistas justifican esta subestimación, partiendo de la propia lógica clasista pero con un enfoque mecánico, sacan cuentas sobre la discreta o pobre dimensión de los sectores medios, como sabemos la base social del fenómeno que nos ocupa.

Desde luego es difícil describir un futuro que se muestra como mínimo caótico, justamente impredecible; tampoco es válido arribar a conclusiones a partir del auge que tiene la ultra derecha en Europa. Como se ha dicho, el eurocentrismo, al que solemos inclinarlos no pocas veces desde la izquierda, resulta pernicioso y nos conduce en política al error.

Sin embargo, en todo caso las causas profundas, que explican el auge de la ultraderecha vinculadas a la contradicción del sistema antes mencionada, son visibles claramente en nuestro sub continente, la propia historia insiste en ello, sino pregúntenles a los brasileños.

Desde la perspectiva electoral, estas propuestas basadas en la manipulación de las emociones y no de las convicciones, pueden resultar exitosas, al fin y al cabo dicen lo que la gente espera, algo común a las promesas de campañas pero minuciosa y segmentadamente recopiladas (8).

Otra cosa es cuando le toca gobernar a la ultraderecha; los problemas surgen rápidamente, cuando la realidad, en el sistema democrático burgués, suele empujar a los gobiernos hacia el centro, es decir se ven en la encrucijada de aplicar políticas y tolerancias que prometieron vehementemente rechazar.

Ya se ha dicho, el mundo post pandémico cambió y en esa vorágine los radicalismos afloran, como siempre pasó una y otra vez después de grandes crisis sociales. En el vórtice de un cambio de época, los actores que representan el pasado intentan reciclarlo a cualquier costo, esa es la intensión de la derecha “reguetonera”.

Como suscribió el pensador marxista italiano Antonio Gramsci, en su frase más icónica: … “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, a propósito de la lección aprendida cuando emergió como aplanadora cruel, el fascismo de la época de este pensador. Veremos.

NOTAS ACLARATORIAS.

  1. Desde la teoría se han hecho obstinados esfuerzos por hacernos creer la viabilidad de un capitalismo bueno. Ver por ejemplo a la autora de moda Mariana Mazzucato, y su libro ¿Otro capitalismo es posible? que resulta un compendio de viejas recetas progresistas en nuevo embalaje.

  2. Por ejemplo, hay una cruzada contra la Inteligencia Artificial que identifican con “(IA) (I)nminente (A)niquilación del factor humano”.

  3. Este último término es un aporte de José Andrés Fernández Leos. Nueva derecha: ¿extrema derecha o derecha extravagante, que resulta un inventario del fenómeno en Latinoamérica. También se recomienda el libro del holandés Cas Mudde,  La ultraderecha hoy, que analiza el tema a partir del 2000 sobre todo en Europa, y que algunos consideran un clásico sobre el asunto.

  4. Utilizan estructuras piramidales propia de formas organizativas de grupos religiosos, sobre todo evangélicas, basadas en lo que se conoce como “Comunidades misionales” con una “ideología misional”.

  5. La otredad según la cual un grupo social se identifica asimismo, en función de diferenciarse del resto.

  6. Buen Abad, Fernando . Pensamiento Crítico: Guerra cognitiva en los votos, odio y miedo en el menú de la comunicación electoral. Cubadebate 11.6.2023

  7. Mladen Yopo. La extrema derecha está aquí para quedarse: Chile no es la excepción a este peligro. El Mostrador blog de opinión política.8.12.2022.

  8. Alude al empleo de herramientas de IA, capaces de escudriñar la llamada conversación digital en una sociedad, determinando así las aspiraciones de las personas, expuestas despreocupadamente en las redes sociales digitales.

(*) Politólogo cubano, analista internacional.

Foto de portada: Getty Images

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