Las piedras del río de Miami suenan (IV)
Por José Luis Méndez Méndez (*) / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano
Es evidente, que al belicoso y caustico Francis Suárez, el aspirar a ser nominado candidato por el partido republicano para las elecciones generales de 2014 en Estados Unidos, le queda grande, tiene el techo demasiado poroso y vidrioso, no son sonidos de ríos crecidos que traen turbulentas aguas que arrastran piedras. No se trata solo de mala administración con comisionados corruptos ni tráfico de influencias en urbanizaciones como se ha explicado en entregas precedentes y en cuyo caso faltó a normas éticas elementales, ahora se conoce que su abuelo fue estrecho colaborador de la seguridad del Estado en Cuba, lo que en Europa de la guerra y después se etiquetó con el peyorativo apelativo de “colaboracionista”.
Eso en Miami es pecado mortal, equivalente a la excomulgación, el odio diseminado y enraizado en esa parte de la emigración ortodoxa, que no perdona ni olvida, que clama tres días para matar y así saciar el rencor acumulado, no puede admitir que su otrora alcalde tenga la sangre de alguien quien ayudó al llamado “régimen” cubano. En Cuba eso sería normal, no llamaría la atención ni mucho menos serviría para reprimir esa actitud, considerado estigma de alguien ni exigir su cambio de sangre, para mitigar la falta familiar. Lo cierto es que a Suárez le toca demostrar su inocencia y convencer, que es un contrarrevolucionario ario sin tacha ni dudas de ninguna índole.
El abuelo de los dinásticos Suárez en la alcaldía de Miami y en el condado Miami-Dade, Manuel Suárez se le ha denunciado como colaborador del G-2 cubano, en los años álgidos de la contrarrevolución, cuando ocupaba el cargo de decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, centro docente católico y elitista ubicada en el oeste de la capital cubana en el renombrado barrio de Miramar, exclusivo entonces para la burguesía nacional, en momentos en que organizaciones destacadas de la oposición al comunismo como Acción Católica Cubana, (ACC), tenían estructurado grupos de acción de tendencia violenta y prácticas terroristas.
Cuando las aguas suenan, el mensaje llega, en el momento más inoportuno, más tarde, queda siempre la duda razonable de que por el paso de los años no se pudo demostrar lo contrario y como es secreto hasta un día, pero siempre en el bochinchoso cubaneo conocido en Cuba y en Miami, esa posibilidad, es una espina que perdura, cuanto más se trate de aclarar, más se afinca en la memoria histórica y sacarla es imposible, aunque se intente, extirparla. Siempre hay un dato que apunta hacia lo que se rumora.
El pensionado cubano César Gelaber Martínez, es un fundador de los órganos de la Seguridad del Estado desde 1959, alistó en los competentes grupos, que en la reconocida casa de la avenida quinta y calle catorce en la residencial mencionada zona de Miramar lograron desarticular decenas de planes peligrosos contra la emergente Revolución cubana, recuerda muy bien esos años peligrosos de los inicios.
Compartió César: “Éramos muy jóvenes, quien tenía más de veinte años se consideraba viejo, la vida nos colocó ante emboscadas impensables, era muy duro el diario enfrentamiento a esos planes violentos”. “Recuerdo que en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, pontificia, católica en su esencia, habían profesores que no estaban de acuerdo con los cambios políticos en el país, pero también adversaban los planes de los extremistas que abogaban por la violencia, alumnos universitarios que proponían acciones terroristas. Poner bombas, tirar fósforo vivo en reuniones, hacer atentados personales en la quinta avenida por donde pasaban figuras del gobierno”.
Rememora Gelabert: “Había una alcancía donde se depositaban las limosnas de quienes concurrían a las misas y allí los monaguillos se apropiaban a parte de lo recaudado, pero por temor entregaban mensajes de todos los tamaños, que allí también se echaban, donde se denunciaban planes de los opuestos a la Revolución”.
“Pasábamos por allí, todas las semanas en espera de noticias, las agrupaciones católicas allí eran agresivas, no te puedo afirmar si ese Decano colaboraba, pero si recuerdo con claridad, que eran personas con solvencia moral, ética y cívica, de extremo reconocimiento, la de Ingeniería era muy reverenciada, era donde más se conspiraba. Si él colaboró o no, es imposible asegurarlo, pero era normal en el claustro denunciar planes de ese tipo”. “Desde 1959 hasta 1961, cuando se cerró, el Rector fue el Monseñor Eduardo Boza Masvidal, visible por su oposición a la Revolución, él toleró y cobijó actividades ajenas a las docentes”. “En los talleres y laboratorios de Ingeniería y Mecánica, era donde más se conspiraba, era un foco de extremistas”. “Se construyó en 1959, su diseñador, recuerdo de apellido Gutiérrez, fue premiado en esos años”.
La noticia en cuestión aparecida en los medios, ensombreció la imagen acrisolada de los Suárez, distinguidos desde la década de los años ochenta del siglo pasado, por una actitud irresoluta y vertical contra el comunismo cubano. El qué dirán, inundó los medios locales, se regó como pólvora, no era para menos: “Carta de campaña dice que el padre de Xavier Suárez fue del G-2 en Cuba. No fue tal”.
El origen de esa noticia parece turbio en su origen, pero eso no lo descalifica, hasta que no se demuestre lo contrario. El asunto no de fácil solución, no atañe a una persona cualquiera de los mortales residentes en Miami, se trataba del comisionado del condado Miami-Dade Xavier Suárez, padre del ahora cubano aspirante.
En una ciudad donde los vínculos con el comunismo pueden arruinar carreras y reputaciones, en los momentos en que los llamados influencers, que pululan y hasta uno aspira al puesto de Alcalde local de Miami, incentivan y claman al odio eteno, se destruyen discos de cantantes foráneos que han osado visitar Cuba, se estigma a emigrados por visitar su país de origen, una afamada actriz cubana se has criticado por el simple hecho de querer pasar su cumpleaños junto a su familia en la Isla y otras que la acompañaron recibieron latigazos de los odiadores y múltiples ejemplos más dan fe del clima de intolerancia que intoxica y contamina el éter míamente. Se hacen listas represivas para todos aquellos que viajen a la convocada Conferencia de la Emigración y la Nación en Cuba, a finales de este año.
Que una candidata a la Comisión de Miami-Dade enviara una carta de aparente apoyo al primer alcalde de Miami nacido en Cuba que revelaba que el padre de Xavier Suárez se había “unido” a la policía secreta de Fidel Castro a principios de los años 1960. Quienes quisieron aclarar lo revelado y calificarlo de “error” de la campaña de Eileen Higgins, lo atribuyeron a un simple problema de edición.
La historia dejada al esclarecimiento más profundo, redactó el asunto de otra manera diametralmente contraria a lo expresado en la carta, ahora se presentó como una verdad acrisolada sin duda razonable, un postulado para ser aceptado sin necesidad de ser demostrado, que se admite sin pruebas para servir de base en ulteriores razonamientos.
Lo contado a manera de aclaración dice que el padre de Xavier Suarez en realidad fue apresado por el servicio de inteligencia cubano en 1961 antes de la invasión de Bahía de Cochinos, respaldada por la CIA. Pero los electores del quinto distrito de Miami-Dade recibieron una carta de Suárez, que extrañamente, explicaba que apoyaba a Higgins y que su padre una vez se sumó al G-2 cubano, un error de la campaña Higgins, quien está cortejando a los electores hispanos y cubanos. Esta contradicción dejó perplejos a los seguidores de esa bomba mediática.
“Estoy un poco picado, supongo”, dijo Suárez calmado, quien hizo énfasis en que sigue apoyando a Higgins. “Creo que todo el mundo entiende por el contexto” lo que sucedió. Ningún elector entendió a qué se refirió Suárez, parecía un trabalenguas infantil. Lo acertado era haber demostrado si su padre fue o no “colaboracionista” haber admitido o negado, no dejar a la interpretación la noticia trascedente en ese medio intolerante.
El error comenzó cuando Suárez envió una carta de apoyo a Higgins, quien se ha postulado para reemplazar a Bruno Barreiro, nacido en Cuba, en la segunda vuelta de las elecciones el 19 de junio para representar al quinto distrito de Miami-Dade. El opositor de Higgins es la esposa de Barreiro, Zoraida Barreiro, otro caso de nepotismo, de esos de quítate tú para ponerme yo y todo queda en familia, quien llegó a Miami en 1980 como parte del éxodo del Mariel.
La carta, que Suárez envió por correo electrónico al Miami Herald, está escrita en español. El texto dice que su padre, Manuel Suárez, era ingeniero como Higgins, y compara su apoyo a Higgins con la amistad de su padre con un sacerdote que fue rector de la universidad donde su padre era decano de la Facultad de Ingeniería en Cuba. Suárez también dice que su padre y el padre John Kelly fueron detenidos por los servicios de inteligencia cubanos antes de la invasión de Bahía de Cochinos. En rigor, ese sacerdote había dejado de ser Rector de la Universidad en 1959, cuando fue relevado por el citado Boza Masvidal.
Pero la oficina de campaña de Higgins al final envió una versión editada que reemplazó erróneamente según la nueva versión de la noticia: “se lo llevaron” con “se unió”. La sede de la campaña de Higgins culpó del error a lo apresurado de los preparativos para enviar la carta a los electores en momentos que las boletas de voto ausente también se enviaban por correo la semana pasada. ¿Por qué a los organizadores de la campaña de la citada candidata estadounidense, le llamó la atención ese pasaje histórico?, no fue aclarado. El río sigue sonando desde hace cinco años, cuando la todavía noticia no aclarada irrumpió en la plácida vida del clan Suárez, es un fantasma que los acompaña. Continuará…
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Videezy