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Venezuela y el ejemplo de la buena vecindad: ¿Una vía para resolver el diferendo con Guyana?

Los depósitos de materias primas se desplazan más allá de las fronteras establecidas, así que los países que comparten un yacimiento común de cualquier recurso a través de una frontera establecida pueden utilizar, en términos de cooperación, un acuerdo de desarrollo conjunto que, a grandes rasgos, se refiere al convenio entre dos Estados para desarrollar y compartir conjuntamente proporciones acordadas de un recurso en específico encontrado dentro de un área designada.

En la práctica, se presentan dificultades en ese contexto que pueden ser superadas mediante determinados acuerdos de cooperación. Así que el principio de buena vecindad es determinante cuando se trata de avanzar en proyectos de desarrollo de campos con recursos compartidos.

El profesor de la Universidad de San Francisco, Sompong Sucharitkul, afirma en su publicación The Principles of Good-Neighborliness in International Law que:

“Las relaciones de buena vecindad requieren una mayor atención, especialmente cuando los Estados vecinos comparten recursos, por ello la cooperación es imperativa para la supervivencia de todos los Estados de esa vecindad”.

Incluso, en 1973, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró en su Resolución 3129 (XXVIII) que “es necesario garantizar una cooperación eficaz entre países mediante el establecimiento de normas internacionales adecuadas para la conservación y explotación armoniosa de los recursos naturales comunes a dos o más Estados en el contexto de las relaciones normales existentes entre ellos”.

El pasado 20 de septiembre se suscribió el Acuerdo Interinstitucional para el Impulso de Proyectos Conjuntos en el Sector de Hidrocarburos Gaseosos, entre Venezuela y Trinidad y Tobago, traduciéndose en un ejemplo reciente de cooperación energética en la región, cuyo fundamento es, precisamente, el principio de buena vecindad consagrado en el Derecho Internacional.

En ese entonces, la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez sostuvo que “este acuerdo representa una oportunidad histórica para desarrollar la industria del gas, pero también representa el impacto en las buenas relaciones de vecindad y de hermandad que se han tejido entre nuestros países, en el marco de la legalidad y el derecho internacional” (las negritas son nuestras).

Se resaltan las vías pacíficas del trato entre Venezuela y Trinidad y Tobago porque históricamente los conflictos geopolíticos derivan de la gestión de los recursos transfronterizos.

Estudios de la ONU muestran que más del 40% de los conflictos armados de los últimos 60 años han estado relacionados con los recursos naturales. El secretario general de esa instancia comentó en 2018 que “las Naciones Unidas reconocen el potencial de la gestión compartida de los recursos naturales como medio para prevenir conflictos y mejorar la cooperación regional”.

En la región de Asia Occidental, Arabia Saudita y Kuwait comparten el campo Khafji que, en diciembre de 2019, acordaron iniciar la producción en los campos petroleros después de estar desconectados desde 2015 debido a una disputa operativa. No obstante, desde el inicio de exploración de recursos en ambas naciones han combinado esfuerzos a los fines de mantener la cooperación conjunta sobre ese yacimiento.

De hecho, el año pasado el ministro de Energía saudita, el Príncipe Abdulaziz bin Salman, y el Ministro de Petróleo kuwaití, Badr Hamed Al Mulla, suscribieron un acuerdo para desarrollar el campo de gas conjunto de Durra.

Caso contrario ocurrió en la invasión de Irak a Kuwait en 1990: entre las tantas razones, el gigantesco campo petrolífero de Rumaila en esa frontera arábiga fue parte de las espinas del conflicto.

O, en 2012, cuando Sudán del Sur recortó su producción de petróleo después de acusar a Sudán de robar su crudo.

El presidente Nicolás Maduro explicó hace semanas que “las grandes transnacionales exploran y buscan campos compartidos para enemistar a los países, pero Venezuela y Trinidad y Tobago desarrollan los campos gasíferos en paz”.

Las grandes transnacionales aplican la fórmula básica de “divide y vencerás”. Monetariamente hablando, para esas empresas es preferible pagar regalías o impuestos a una sola entidad nacional. Pero desde otra perspectiva, la cooperación es la mejor vía para que los países desarrollen sus recursos naturales porque funge como catalizador para la estabilidad y repunte económico de una región.

¿La experiencia con Trinidad y Tobago podrá servir como catalizador para que Venezuela logre negociaciones bilaterales con Guyana en torno a la controversia territorial sobre el Esequibo? ¿El gobierno guyanés estaría dispuesto a llegar a algún acuerdo en un escenario de buena vecindad o seguiría el dictado de las petroleras estadounidenses que viola el Acuerdo de Ginebra de 1966?

Las respuestas son cuestión de tiempo, sin embargo, el presidente Maduro fue enfático en el llamado a diálogo directo con su homólogo guyanés. Por ahora, la pelota está en la cancha del vecino y la emergencia del momento podría jugar a favor de la estabilidad de las relaciones bilaterales, es decir, a favor de una resolución en el marco del Acuerdo de Ginebra. Es la propuesta venezolana.

 

 

Tomado de Mision Verdad / Foto de portada: France24.

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