Culturales

Crónicas de un instante: Construir retratos de luz

Por Octavio Fraga Guerra * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Desde el comienzo del genocidio israelí (otro más) contra el pueblo palestino, en octubre de 2023, no han cesado las oleadas de imágenes dantescas. Se nos agolpan todas ellas, erguidas en nuestras pupilas, en nuestras memorias y conciencias.

Emergen venidas en dispares escaladas de permanentes escrituras y lecturas simbólicas; penetran sin previo aviso en los anaqueles de nuestros espacios de vida, dispuestas a fragmentarnos los actos más cotidianos y pedestres; se nos ponen delante, como telares en fuga, ancladas en robustas dimensiones, sin tiempo para procesarlas, “entenderlas” o darle casuística explicación.

Implica tirar de los trazos de la aritmética y de renovadas variables, donde se incluyen las perspectivas culturales, históricas y políticas. Y claro está, se gestan muchas otras interpretaciones frente a la guerra, que sigue imperando en nuestro herido planeta, anclada como un pilar imperturbable. La muerte deja de ser una ficción proyectada en las pantallas para emerger como una horrible verdad que nos interpela.

En esos espacios signados para desplegar signos, se advierten retratos de duras parábolas y significados, dispuestos en una suma de fotogramas y videos que construyen todo un capital simbólico en el que converge la barbarie, la muerte y la impunidad. Las cifras de muertos, heridos, mutilados y desaparecidos en estos episodios, son espeluznantes.

Una nota de la agencia EFE, publicada en el periódico Público, el 28 de marzo de 2024, actualiza la cifra de muertos, heridos y las consecuencias de estas escaladas en Palestina.

“El número de muertos en la guerra en la Franja de Gaza, que se encamina a los seis meses, alcanzó este jueves los 32.552 fallecidos y los 74.980 heridos desde el pasado 7 de octubre, mientras más de un millón de personas siguen afrontando una escasez extrema de alimentos”[i].

No cesan las imágenes de la estampida, la desesperación y el desamparo de este heroico pueblo. La posibilidad de la muerte es el horizonte de todas sus miradas; peor aún, de sus caminos posibles. La ira y el dolor se convierten en el pulso de sus respuestas ante la inacción de la sociedad global, que tan solo desata manifestaciones, actos de contundentes respuestas; incluso, se escuchan las voces de los que tienen espacio en tribunas donde, supuestamente, se ejercen las prácticas de la democracia y las soluciones en favor del más elemental derecho reservado para el ser humano, el derecho a la vida.

En el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y en el Parlamento Europeo, dos escenarios construidos bajo estrictas normas de participación, se han escuchado voces lúcidas, enérgicas y coherentes ante las circunstancias y los detonantes de una escalada sin precedentes en la historia de este “conflicto”. No han faltado las claras repulsas frente al delirio y el cinismo de los que apoyan y justifican la crueldad en estos espacios de disertación, refrendando un estado que práctica la aniquilación de todo un pueblo.

Palestina sufre por décadas el cerco, la humillación, el secuestro, la tortura y la muerte. Frente a estas verdades, es inaceptable justificación alguna.

Urge una respuesta coherente, civilizada y definitiva frente a los atropellos de la soldadesca israelí.

En nuestras pupilas no cesan de agolparse los retratos de desesperación y rostros malnutridos por la falta de alimentos y los más elementales productos de supervivencia. La cerrazón y el bloqueo o la estrategia del cuenta gotas, históricamente materializada por el estado israelí, son también parte de los signos de un afincado, ahora renovado, salvajismo.

La representación española de la agencia de las Naciones Unidas, UNRWA, ha puesto un titular que revela y profundiza las dimensiones del genocidio. El titular no deja margen a la duda: Ahora en Gaza también se muere de hambre.

Al menos 576.000 personas en Gaza –una cuarta parte de la población– está a un paso de la hambruna; 1 de cada 6 niños menores de 2 años en el norte de Gaza sufre desnutrición aguda y emaciación; y prácticamente toda la población que depende de la asistencia alimentaria humanitaria lamentablemente insuficiente para sobrevivir [ii].

En otra zona del texto, resuelto con brevedad y contundencia, se subraya la gravedad del asunto, con palabras que agrietan las luces del pueblo palestino:

El hambre y el riesgo de hambruna se ven exacerbados por factores que van más allá de la simple disponibilidad de alimentos. Los servicios inadecuados de agua, saneamiento y salud crean un ciclo de vulnerabilidad, donde las personas desnutridas –especialmente entre las decenas de miles de personas que resultan heridas– se vuelven más susceptibles a enfermedades que agotan aún más las reservas nutricionales del cuerpo.

Hace tan solo veinticuatro horas (este jueves 28 de marzo), la Corte Internacional de Justicia ordenó a Israel —una declaración tardía y de poca esperanza en su cumplimiento— tomar todas las medidas necesarias y efectivas para garantizar que los suministros de alimentos básicos lleguen sin demora a la población palestina en Gaza.

Mientras la equidistancia, la palabra calculada, la información intencionada o las prácticas diplomáticas de los gobiernos cómplices dilatan la solución de este genocidio, se profundiza el signo de la muerte y su materialización en el pueblo palestino.

Estos hechos revelan, una vez más, verdades conocidas que se agolpan recicladas. Estamos “sujetos” a la voluntad de unos pocos gobiernos que, con total desfachatez, no cesan en dar lecciones a los pueblos y gobiernos que somos rebeldes e insumisos; a los que entendemos como innegociable la soberanía y el derecho a existir.

No se trata solo de defender un espacio físico, geográfico, tangible. Es también salvaguardar nuestras culturas, nuestros valores y principios que han de ser respetados y que pueden convivir con toda la diversidad de naciones que habitan en los márgenes y el cuerpo de nuestro planeta.

En estas rutas donde la muerte se avista como una lanza en nuestras retinas, se esconde el trazo genocida de hacer desaparecer una nación, muchas culturas y memorias. Es preciso entonces, con total urgencia, no cansarse, defender la dignidad y el derecho a existir del pueblo palestino.

No es aceptable el desconocimiento de su historia para asumir lo horrendo de las escenas con los brazos cruzados. Defender todas las vidas que corren peligro frente a la muerte es suficiente para tomar partido. Es inaceptable el silencio y la búsqueda del divertimento como “válvulas de escape”, ante la escalada de fotogramas y videos que nos acechan, dispuestos a poner en juicio nuestros delgados actos civilizatorios.

La hambruna se divisa como un dibujo tangible en un mapa de enormes dimensiones, en los derruidos llanos de la ciudad de Gaza.

Urge convocar a todas las manos dispuestas a detener la muerte que acecha la vida de hombres y mujeres palestinos, que son también nuestros hermanos. Se trata entonces de cambiar el curso de la historia, para construir retratos de luz y esperanza.

Notas

[i] Israel ya suma más de 32.500 palestinos asesinados y cerca de 75.000 heridos en Gaza. https://www.publico.es/internacional/israel-suma-32500-palestinos-muertos-cerca-75000-heridos-gaza.html

[ii] Ahora en Gaza también se muere de hambre. https://unrwa.es/actualidad/sala-de-prensa/ahora-en-gaza-tambien-se-muere-de-hambre/

(*) Periodista cubano y articulista de cine. Especialista de la Cinemateca de Cuba. Editor del blog Cine Reverso.

Fotos: Tomadas de internet.

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