Internacionales

Karina Milei, el poder detrás del poder

Por Dolores Curia.

En poco más de dos años pasó de vender tortas por Instagram a ocupar la Secretaría general de la Presidencia. Javier Milei la apodó “El Jefe”: es la custodia de su imagen, su confidente y el vínculo espiritual con Conan, el perro al que ambos piden consejo desde el mas allá. Un repaso por su historia en común, en la que se mezclan el esoterismo, el marketing político y, desde el 10 de diciembre, la conducción de los destinos del país. 
 

El dirigente se desabotona la camisa y muestra el pecho. Tiene collares con cruces y cuarzos (“contra las malas vibras”). Se trata de un político mendocino que tuvo su pico de cercanía con Javier Milei este año cerca del cierre de listas. Lo había recibido a él y a su hermana varias veces en Mendoza, pero entre ese momento y el de las elecciones provinciales, pasaron cosas que lo distanciaron de Las Fuerzas del Cielo. Sobre los amuletos que le cuelgan del cuello explica: “Los empecé a usar desde que me peleé con ellos, porque me empezó a pasar de todo. Me separé de mi novia. En el trabajo me empezó a ir muy mal. En mi finca, todo un desastre. El filtro de la pileta que nunca había fallado de pronto dejó de funcionar. Contraté a un tipo para destapar una de las mangueras. Imaginábamos hojas y cosas así… pero estaba taponada por… sapos triturados”. Abre los ojos. No lo dice pero debe estar pensando en las plagas de Egipto.

Entre periodistas, colaboradores y ex amigos no paran de brotar anécdotas que vinculan a Karina con “cosas raras”. Referencias por ejemplo a los efectos que provoca en cuerpos y aparatos cuando los mira fijo. Se podría decir que a su alrededor mucha gente se vuelve supersticiosa porque ella misma construye un personaje en torno al oscurantismo. Pero lo esotérico no es artificio, es su salsa. Es de público conocimiento que el Presidente basa sus decisiones en los consejos de su mascota fallecida que le da a través de su hermana como médium. Un rol que en su nuevo cargo ejecutivo seguramente Karina seguirá desempeñando.

 
Tampoco ocultan sus intereses de ese estilo -reiki, espiritismo, autoayuda- los miembros del Gabinete, en el que tienen peor reputación las vacunas que el dióxido de cloro. Karina armoniza con un panteón en el que un número considerable de funcionarios le rehuye con ganas al método científico.


¿Quién es El Jefe?
En el lugar de Fátima apareció Karina. El día de la asunción lo acompañó en el trayecto desde su hotel hasta el Congreso. Estuvo a su lado, durante la Asamblea Legislativa, caminó con él por la Avenida de Mayo, se subió al descapotable y saludó desde el balcón. Karina es tan indispensable para Milei como Conan. 

La hermana, que hoy luce carnet oficial de casta por su transformación por decreto en Secretaria de la Presidencia, hasta 2021 organizaba la campaña que le valdría una banca de diputado al ultraderechista mientras vendía tortas en Instagram.

El domingo 10 de diciembre, Milei le tomó juramento llorando a la que fue la mascota de su equipo de papi futbol, a principios de los 80. Hacia fines de esa década Javier y Karina -en su rol de acompañante- cambiaron su interés por el deporte por la música. Él se convirtió en el cantante de Everest, una banda stone. Y ella, en su primera groupie. Ahí Javier encontró cauce para su histrionismo. Terminaba el recital con un striptease. Como una nena de Sandro, su hermana lo cuidaba desde la primera fila para atajar las prendas que iba tirando a la platea.

Moisés y Aaron
Firme junto a “El loco”, apodo que se ganó en el colegio, a medida que fue creciendo su protagonismo en medios, Karina lo escoltó a los canales y radios que, sólo en 2018, le dedicaron casi 3300 horas de aire.

Antes y después de postularse como candidato a Presidente, Milei solía referirse a su hermana como la persona que tiene todo el mérito. Cada vez que recurrió al paralelismo entre Moisés (el verdadero líder) y Aaron (apenas un divulgador), el Uno era su hermana. En homenaje a Aaron, Karina le puso ese nombre a su perro, el “sobrino” de Javier.

Pero si el hermano de Moisés era el que difundía su palabra, Karina no da la impresión de ser la autora intelectual de la diatriba de Javier. ¿Más que un cerebro en el sentido teórico, podría serlo en el sentido marketinero? Le lleva la agenda, lo protege de las luces y del tipo de planos de cámara que no lo benefician. Las reconstrucciones de su cara vía Photoshop posiblemente pasen su filtro. La idea de apropiarse del tema de La Renga es de ella y también la de hacer sus entradas con escena filmadas “en primera persona, para que se vea lo que él siente”.

¿Durán Barba o López Rega?
Más allá de las discusiones sobre si “usurpa” o no el rol de primera dama o del nepotismo de su nombramiento (¡tiembla la casta!), el tiempo irá mostrando si la función de Karina está más cerca de un Durán Barba o de un López Rega. Al primero podrían acercarla sus estudios en marketing, comunicación, relaciones públicas. Y con el Rasputín de estas tierras Karina comparte afinidades esotéricas: el creador de la triple A creía que Perón era la reencarnación de un emperador egipcio y que él era el elegido para “cargarlo de energía”. De hecho se ha llegado a relatar que, una vez que Perón pudo recuperar el cuerpo embalsamado de Evita y alojarlo en Puerta de Hierro, el Brujo, mediante “ciencias ocultas” pretendía transpolarle a Isabelita “su energía y los flujos de poder”.

En su rol de custodia de la imagen de su hermano (desde el maquillaje de la papada hasta las peleas que dio antes del debate para que se le permitiera leer) se parece más a Durán Barba. Pero la purga de militantes de LLA que llevó adelante a partir de 2021 la ubica más del lado del brujo. Como relata el periodista Juan Luis González en su libro El loco, Karina fue la encargada de reportar infieles. El criterio para detectarlos fueron sus cartas de tarot y el operador Carlos Kikuchi. “A mitad del 2022 echaron a muchos que habían fundado el espacio y que tenían voz propia, (…). Todos los expulsados tenían algo en común: no estaban dispuestos a estar cerca de ‘la casta’ y mucho menos a hacer negocios o alianzas con ella”, escribe González.


A su armadora, el león la llama “El Jefe”. Con ese apodo pone distancia con CFK y masculiniza a su hermana (un Javier Milei capaz de congeniar con el aspecto performativo de la teoría queer: ¡quién lo diría!). Y sobreactúa su idea de que hay una forma más válida que otra de ejercer el poder, y esta es masculina.

¿Entonces, quién es Karina? ¿Está más cerca de ser una dama de compañía o una acompañante terapéutica? ¿O la define mejor su papel como recaudadora que en las cenas con empresarios aprovechaba para promocionar su emprendimiento de pastelería? ¿O el cerebro que purgó a Las Fuerzas del Cielo de elementos que pudieran poner resistencia a la negociación con esa casta, que a la hinchada Milei le prometía combatir? ¿O la graduada en Relaciones Públicas que alentó en su hermano su potencial de showman?

¿Una escolta o un motor? ¿Un Smithers o un monje negro? Ya sea en su faceta de arquero, cantante, streeper, panelista y presidente de esta nación rica en bananas, Karina es la única persona en la que Javier Milei confía. Y ella le profesa por el momento una lealtad paradójicamente peronista. 

Tomado de Página/12.

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