Internacionales

El fantasma del anticomunismo acogido en Miami (II)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Tras la Segunda Guerra Mundial y ante el poder que adquirió la Unión Soviética, tras posesionarse como vencedora inobjetable de ese indeseado conflicto bélico, a costa de la vida de millones de sus ciudadanos y pérdidas materiales incalculables, a pesar de la reticente participación de otras potencias que demoraron en involucrarse a fondo y de manera decidida y cuando lo hicieron, jugaron sus propias cartas, incluida pactar alianzas con oficiales fascistas en desbandada.

Muchas de las objeciones al comunismo ganaron fuerza debido a la declaración de los comunistas de que su ideología era universal. Los temores de muchos anticomunistas en los Estados Unidos de que el comunismo podría triunfar por todo el mundo e incluso que podía llegar a ser una amenaza directa al gobierno de los Estados Unidos.

Este punto de vista condujo a la elaboración de la Teoría del Dominó, según la cual la toma del poder por los comunistas en cualquier nación no podía ser tolerada porque produciría una reacción en cadena que llevaría a la toma del poder por los comunistas en el mundo entero. Hubo temores de que naciones poderosas como la Unión Soviética y la República Popular China estaban usando su poder para instaurar por la fuerza regímenes comunistas en otros países.

Se instaló en la creencia de la época que había sido una expansión de la Unión Soviética por Europa Central tras la Segunda Guerra Mundial se vio como una evidencia de esto, cuando en realidad los países liberados del fascismo optaron por el comunismo como sistema político, dando lugar al llamado Campo Socialista.

Estas acciones llevaron a muchos políticos a adoptar una especie de anti comunismo pragmático, oponiéndose a esta ideología como forma de limitar la expansión del llamado Imperio Soviético. La política estadounidense de parar cualquier nueva expansión comunista fue conocida como contención.

El gobierno de los Estados Unidos suele justificar su anticomunismo aludiendo a la aparente falta de respeto por los derechos humanos en los estados comunistas, como en la Unión Soviética. Ha sido y es uno de los pretextos más manidos y sostenidos, que ha minado la conciencia, haciendo realidad esa máxima fascista, que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad o al menos siembra la duda.

El anticomunismo cambió significativamente tras la caída de la Unión Soviética y los regímenes comunistas de Europa, entre 1989 y 1991, desde entonces en apariencias el temor a una toma del poder mundial por los comunistas prácticamente desapareció.

El anticomunismo estadounidense se concentró contra los países que contrario a sus pronósticos fallidos mantuvieron en alto las banderas y las conquistas del socialismo como Cuba y combatirlo se convirtió en la política exterior contra Cuba, China y Corea del Norte, además etiquetó a otros países con modelos políticos propios y los certificó como proclives al comunismo o al menos al socialismo moderno, como Venezuela, Nicaragua, Bolivia y otros progresistas de América Latina, por el simple hecho de disentir de la doctrina de Estados Unidos, basta para ser culpados y sancionados, estilo punitivo de alta demanda en la práctica de sus relaciones bilaterales.

 En el caso de Cuba, los Estados Unidos siguen manteniendo sanciones económicas por más seis décadas, un bloqueo generalizado, estrangulamiento económico, persecución de sus finanzas, amenazas, coerción contra once millones de cubanos, con el pretexto de querer liberarlos del comunismo para retrotraerlos al capitalismo despiadado, no al de ese imperio, sino degradarlo al de otros países empobrecidos de la región.

Esa absurda política fallida que tiene desde hace décadas más detractores que partidarios en el extranjero, cuenta con un sustancial apoyo en los Estados Unidos, particularmente de los votantes de origen cubano, entre los que hay muchos emigrados que viven en Florida, estado sureño donde predomina el interés por someterse nuevamente a los designios de ese país que estima desde hace siglos que la Isla esta predestinada a ser una estrella más en la bandera estadounidense a al menos calificar para ser admitido en el status de Estado Libre Asociado, fórmula que disfraza al sistema discriminatorio y colonial aplicado a Puerto Rico.

El fantasma del anticomunismo ha sido acogido en Miami, según la  decisión de su bravucón Alcalde, Francis Suárez de origen cubano, que añora, como buen cristiano y padre de familia,  a la destrucción del sistema político cubano por medio de bombas que en racimos logren su aspiración, reclamada con pasión y odio en julio del pasado año.

Ahora el vernáculo regente declaró el 10 de diciembre Día del Anticomunismo, en su ciudad y así lo impone a todo residente y al que no le guste, que se mude. Suárez, con gran visión de futuro, quiere adelantarse a los aires de fascismo que soplan desde el Atlántico, ya su obsesión por el bitcoin fue relegada, ahora quiere ser el paladín del anticomunismo y en su devaneo arrastra a los Comisionados y a todos los contratados en su administración, con el lema de quien le haga sombra se va, como ocurrió con su profesional jefe de policía, purgado cuando intento adecentar la Alcaldía, de chanchullos, felonías, corrupción y cuanto brete a diario se generaba en ese emporio de latrocinio.

El regidor dice contar con el respaldo de emigrados cubanos en esa ciudad y con los que “luchan por la libertad y la democracia”, que no son más que generaciones de vividores de la contrarrevolución, que le han esquilmado a los contribuyentes estadounidenses cientos de millones de dólares por más de seis décadas.

Como su oráculo en la tierra, el belicista dijo “Hoy conmemoramos no sólo los derechos humanos que nos dio Dios sino el llamamiento universal a la libertad. Estamos firmemente en contra de los enemigos comunistas de la libertad”, en una ceremonia en la suscribió la declaración.

Asistieron a la ceremonia de declaración la gorronera Rosa María Payá, el terrorista jefe de la siniestra Organización Para la Liberación de Cuba, OPLC, de corte fascista, Orlando Gutiérrez Boronat; su homologo de los Jóvenes de la Estrella, organización terrorista del llamado exilio, Ramón Saúl Sánchez; el presidente de la brigada defenestrada en Playa Girón y vendedor de armas, Johnny de la Cruz, y hasta se coló sin representatividad alguna el plumífero Alex Otaola. 

Para insistir en la demagogia extremista dijo el regidor “La ciudad de Miami es una ciudad mágica porque es una ciudad de Libertad, una ciudad definida por su oposición al comunismo y su amor por la libertad, desde las libertades políticas a las económicas”, dice la declaración. Esta supuesta decisión democrática, no fue sometida a consulta de la población, fue impuesta por la voluntad omnímoda de quien se propone sacar de su nómina a todo aquel que disienta o simplemente sueñe un día con la Caperucita Roja, haya leído el cuento o lo desafíe con la tenencia del libro.

Cuando se tiene vidrio en su tejado, no es bueno tirar piedras al aire, reza una frase popular de sabio contenido, sin meditar ni consultar previamente a su padre, el inquisidor expresó: “La comunidad de Miami “está compuesta en gran parte por exiliados, gente que vivió en carne propia los abusos de estos regímenes dictatoriales. Por eso, es un honor declarar el día del anticomunismo rodeado de luchadores incansables por la democracia”, dijo Suárez en declaraciones al diario Miami Herald, sin recordar que su abuelo colaboró en sus días de magisterio en la Universidad de Villanueva.

Inaugurando la temporada de caza en su ámbito, en la misma ceremonia Suárez volvió a reiterar la declaración de persona non grata en Miami a los cantantes cubanos residentes en la Isla,  Haila María Mompié y Paulo FG, a los cuales se les acusa de mantener relaciones cercanas con la cúpula de poder en Cuba y aseguró vendrán otras medidas similares para aquellos que estando en su ciudad no adjuren de su pasado, como el debilitado grupo Gente de Zona, que en Cuba animaron fiestas, en su otrora época de esplendor y que para ser aceptados animaron el odio frente a la guarida contrarrevolucionaria en el restaurante Versalles. 

Suárez, le haría un mejor servicio a la comunidad que administra, si se dedicara a eliminar a los “cliniqueros”, dedicados al jugoso negocio millonario que dominan varios delincuentes de la mafia cubana, que él cobija o a los “tarjeteros” que expanden su fraude a todo los Estados Unidos, ambos son parásitos que se multiplican en la “Ciudad del Sol”. Continuará…

 

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: ‘Caravana anticomunista’ en Miami, Florida, EE.UU., 10 de octubre de 2020/ Cristóbal Herrera/ Archivo EFE.

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