Internacionales

Mercenarios caníbales, una historia de la derrotada Brigada 2506 (V y Final)

Por José Luis Méndez Méndez * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

 

De los hombres que seguían a bordo de la “embarcación de la muerte”, solo cuatro se negaron a proceder a los actos de canibalismo, así se relató en un documental realizado por la cadena televisiva History Channel.

Esta investigación televisiva, siguió a las declaraciones de ex mercenario y terrorista de origen cubano Julio Pestonit Pérez, al Miami Herald, en 1998, en su primera confesión. En el documental, el antropófago reiteró no tener remordimiento, sino, además,  que: “Si tengo que hacerlo de nuevo, lo haré”. Y, “Cuando me dieron la carne, cerré los ojos y me la comí”, contó con un sorprendente candor al describir su consumo de carne humana.

El ex mercenario Ángel Hernández Valdés, otro pasajero del barco, no compartió la psicópata y macabra franqueza de Pestonit, negó enfáticamente haber tenido conocimiento de los hechos, a pesar de todos los testimonios. Sencillamente mintió en cámaras, en una embarcación de apenas 18 metros de eslora y con más de una docena de apiñados hombres, no había nada oculto.

Aseveró nervioso Hernández:”Yo no los vi ni sé nada de eso“, a los entrevistadores. “El problema es de ellos y no sé nada de eso“, insistió con un evidente espanto.

Otro de los conjurados: “Es algo terriblemente inhumano“, admitió por su parte Roberto Pérez San Román, jefe de la artillería de la agresión mercenaria y hermano de José Pérez San Román quien dirigió la invasión hasta el momento final del descalabro.

“Me sorprendió”, cuenta Roberto San Román al pretender también hacer creer que no participó en el consumo de carne ni tomar la sangre de los mercenarios que terminaron muertos. “Yo estaba durmiendo cuando esto sucedió”. Y añadió, como si fuera pidiendo una disculpa, refiriéndose a la víctima del monstruoso acto: “Él ya había muerto”. Entonces cabe una perogrullesca pregunta: ¿Conoció o no del canibalismo?

Una vez a bordo del barco que los rescató, el también mercenario y devenido terrorista José Dausá Álvarez, asumió el mando entre los desmoralizados y resolvió asegurarse del silencio de sus acompañantes. Es de lo que se hace, pero no se habla.

Mintió una vez más en cámaras este carnicero. Contó en el documental: “Pedí al capitán que nos facilitara un lugar donde pudiéramos estar solos. Una vez ahí, yo hice jurar no decir nunca el nombre, del individuo ingerido”. Faltó a la verdad, sobre que fue uno el ingerido, no pudieron guardar la carne ni la sangre para consumirla durante varios días, tampoco ese acuerdo de lex omerta, del código mafioso siciliano se tomó ahí, el juramento tuvo que haber sido tomado antes, en el momento de haberse consumado el grotesco acto de canibalismo. Nunca se ha revelado, que se conozca, la identidad del infeliz, si realmente solo fue uno.

Este participante en el festín de sangre y carne humana, se ufana de haber realizado más de trescientas agresiones contra el territorio cubano, infiltrando hombres, explosivos y armas para realizar actos de terror, causante de muertes en esas incursiones marítimas.

Tampoco se conoce, quién o quiénes fueron los carniceros, que destazaron los cuerpos, para eviscerarlos y dieron a beber la sangre, que imaginamos fue un proceso riguroso y organizado. Pareciera que Pestonit, entonces de 20 años, por lo declarado 37 años después, fue de los más entusiastas en la comilona. Este es un secreto adicional, que más temprano, que tarde se sabrá.

Qué fue del destino de los carnívoros modernos” Sobre Julio Pestonit, el revelador del voto de silencio y el destino del también terrorista Enrique Dausá, mentiroso habitual, se ha comentado.

Otro de los asistentes al acto de antrofagia y hemotofagia, tal vez también contaminado por un prion, derivado de la ingesta de carne humana, fue Armando López Estrada Quintana, quien en 1963 se integró a las llamadas Unidades Cubana del ejército de Estados Unidos, fue seleccionado para un curso especializado de contrainsurgencia en Fort Benning, de donde egreso con el rango de segundo teniente y fue destinado a misiones de la CIA en América Latina. Fue jefe militar de la derrocada Brigada 2506. Participó en la guerra sucia de esa agencia contra Nicaragua entre 1979 y una década después. Sirvió en esas funciones en Costa Rica y también en la conspiración de un ataque a Cuba, publicitado por medio de un documental del cineasta estadounidense Bill Moyers, titulado El Ejército Secreto de la CIA, realizado en 1977, por la cadena CBS.

El tímido Roberto Pérez San Román, también se entreno en Fort Benning, para misiones de contrainsurgencia, al igual que Armando Caballero Parodi, calificado para participar en esa actividad en América Latina. Del total de los doce conjurados, tres ingresaron en el grupo selecto, que la CIA destino para servirlo en distintos escenarios donde agredieron.

Esta investigación apenas se inicia, para colocar cada pieza en su lugar de este siniestro pasaje de la vencida Brigada 2506,  que hoy convertida en Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos, un club de nostálgicos, todavía añoran con invadir nuevamente la tierra que los vio nacer, para retrotraer a los cubanos al capitalismo del nunca jamás.

 

 

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *