Cuba

Cuidadores

Por Dra. Taymí Martínez Naranjo

A menudo, cuando un acompañante de algún paciente o cuidador, viene y reclama una mejor atención o emite una queja, la mayoría de las veces se disculpa por las molestias. Dice: “yo no me quiero quejar, pero…” y yo les sonrío y les agradezco que vengan.

Es cierto que casi siempre vienen “no con la mejor manera”, que es lo que algunos que asisten al paciente ponen de barrera para justificar su reacción o contraataque. A mí tampoco me gustan las “malas maneras”, a quien le puede gustar? Sin embargo siempre digo que las personas se expresan más como pueden que como quieren, y que esa persona viene con un dolor y con miles de incertidumbres porque no estudió medicina y no sabe qué hacer y cómo ayudar.

El cuidador, además, carga el peso de la conciencia y la culpabilidad por no saber qué hacer o ayudar a ese enfermo que ama. El cuidador está agotado de velar una fiebre, de buscar sustento y alimentar al enfermo, de buscar respuestas. El cuidador, como el enfermo necesita no sólo una cura, necesita cariño y empatía, porque cuidar cansa y lastima.

Muchos, después de la muerte de su familiar, desarrollan episodios de depresión o traumas que impiden que vuelvan al lugar donde fue atendido su enfermo o no quieren volver a ver a “ese médico”, incluso cuando ha sido el mejor, porque cuidar, duele. “Póngase en mi lugar”, me dicen y yo les respondo que no puedo, eso es imposible y es sincero, “no estoy en tu lugar, pero lo que sí puedo hacer es empatizar y acompañar, dar información, enseñarte a cuidar y también a manejar tus expectativas”.

No todos pueden curarse, a algunos les tocará tratamiento paliativo y nuestra responsabilidad es hacerlo bien, defendiendo la calidad de vida y también ayudar a ese cuidador, en todos los aspectos. Vengan entonces con su dolor o sus “malas formas”, que no son, son la traducción de la desesperación y el amor, la defensa de lo que aman.

Los médicos también somos cuidadores, también nos agotamos, pero parte de nuestro juramento es aguantar ese golpe, que no es más que curar heridas que no podemos ver y poner un poquito de luz en alguien que camina a oscuras, aligerar su carga. Cada acto nuestro tiene un efecto en el cuidador y en la recuperación de nuestros pacientes, debemos despojarnos de corazas que limiten la cura de ambos. Un cuidador sólo quiere hacerlo bien y defender la vida, es un aliado, nunca un enemigo. Y ya.

Pd: En la foto, alguien a quien quise mucho y me enseñó muchas lecciones de bondad. Tuvo excelentes cuidadores, que defendieron mucho su vida y su alma. Luz para él y su hermosa familia.

Taymí Martínez Naranjo es la directora del Hospital Clínico Quirúrgico Faustino Pérez de Matanzas. Recientemente fue elegida como Diputada Nacional y es miembro del Consejo de Estado.

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