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En Cuba: Ciencias espaciales en tiempos de renovación

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El fortalecimiento de la infraestructura tecnológica y el montaje y puesta en funcionamiento, con todo éxito, del nuevo Observatorio Cubano-Ruso para observaciones astronómicas y mediciones geofísicas, distinguieron el quehacer del Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA) durante el pasado año y el inicio de 2022.

Perteneciente a la Agencia de Medio Ambiente, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), la institución presta particular atención a las investigaciones sobre la actividad solar, tomando en cuenta que en la superficie del Astro Rey ocurren, con suma frecuencia, notables explosiones que liberan gran cantidad de energía, y generan flujos de partículas cargadas, principalmente, de electrones y protones, el llamado viento solar.

Estas se propagan a través del espacio sideral y suelen llegar a nuestro planeta en un periodo aproximado de 48 a 72 horas, provocando las denominadas tormentas geomagnéticas, las cuales, en dependencia de la intensidad alcanzada, ocasionan perturbaciones ionosféricas capaces de afectar las telecomunicaciones a grandes distancias, los sistemas de navegación aérea, las redes eléctricas de alta tensión, transmisiones radiales, y los gasoductos, por citar algunos ejemplos.

Igualmente, son las causantes de las espectaculares auroras boreales en el hemisferio norte, cuyos puntos de mejor visión suelen ubicarse en Alaska, Canadá, Groenlandia, Islandia y la parte septentrional de los países escandinavos.

Según expresó a Granma el Máster en Ciencias Rudy Montero Mata, director del IGA, para efectuar las observaciones del sol se utilizan la Estación Radioastronómica de La Habana y la Estación Óptica Solar, situada en El Cacahual, ambas operadas por personal de la entidad.

«El énfasis lo centramos en el monitoreo de las manchas solares, resultados que enviamos de manera periódica al Centro Mundial de Datos, donde son recibidas las informaciones de todas las estaciones similares existentes en el orbe».

Tras el procesamiento y análisis de las observaciones recopiladas se cuantifica la actividad solar, elemento vital en el establecimiento de alertas tempranas de posibles explosiones solares y sus potenciales consecuencias en el entorno espacial de la Tierra, precisó Montero Mata.

Puntualizó que con la instalación, en el Observatorio Cubano-Ruso, del telescopio de ángulo amplio RH200, el sistema de posicionamiento por satélites Javad, y la estación meteorológica Vaisala, el país mejoró la labor científica que venía desarrollando en el campo de la astronomía, y en determinar la concentración electrónica en la ionosfera, con vistas a su uso en  radiocomunicaciones.

Fruto de un convenio de colaboración con el Instituto de Geofísica de la Universidad Autónoma de México, el IGA dispone, asimismo, de una moderna estación para el registro de la Resonancia Schumann, un tipo de ondas electromagnéticas que influye sobre diversos procesos biológicos.

De acuerdo con lo expresado por el máster en Ciencias Montero Mata, la citada tecnología es de suma utilidad para estudiar los efectos de determinados fenómenos del sol en la salud humana.

También aportará información sobre la variabilidad climática en la Tierra y el estado del tiempo.

Abanico de investigaciones

Otra línea de trabajo asumida por el IGA en los últimos tiempos está vinculada con el monitoreo del campo eléctrico atmosférico, a través de una estación dedicada a ese fin, que detecta la presencia de descargas eléctricas en un radio de 48 kilómetros.

Como indicó Montero Mata, el propósito de este proyecto investigativo es poder brindar, en un futuro cercano, un servicio de alerta temprana para todo el país, con la finalidad de prevenir, en lo posible, los daños producidos por tan peligroso fenómeno atmosférico.

«La modelación matemática de sistemas terrestres, la cartografía y caracterización de escenarios de peligros geológicos por desarrollo del carso, asociados al ascenso del nivel del mar y de las aguas subterráneas, como consecuencia del cambio climático, forman parte también de la carpeta científica del IGA».

Resaltó que los estudios emprendidos  revelan que Cuba enfrenta diferentes tipos de riesgos geológicos vinculados al carso, que contemplan el hundimiento de estructuras arquitectónicas pesadas y  la existencia de microsismos de origen cársico, los cuales por primera vez han sido documentados cartográficamente en el país.

Lo anterior se expresa, por ejemplo, en la aparición de grietas en las paredes de edificaciones, la ocurrencia de derrumbes parciales o totales, y el colapso de techos de cavernas existentes en el subsuelo, aseveró Montero Mata.

Surgido en abril de 1964, tras la fusión de dos instituciones adscritas a la Academia de Ciencias de Cuba, el IGA presta una amplia relación de servicios científico-técnicos especializados, que incluyen el cálculo de salidas y puestas del sol, fases de la Luna, la protección contra tormentas eléctricas en edificaciones y espacios abiertos, reparación y mantenimiento de planetarios, así como la ejecución de estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgos, con énfasis en la ocurrencia de eventos hidrometeorológicos y geológicos, y la adaptación al cambio climático.

Acerca de las prioridades del IGA a corto plazo, Montero Mata aseveró que están centradas en impulsar proyectos de innovación de alto impacto que, además de tributar a programas científicos nacionales y territoriales, favorezcan al mismo tiempo la modernización de las estaciones de observación y monitoreo y la recuperación de la data histórica patrimonial de la astronomía cubana.

«Pretendemos, de igual modo, ofertar paquetes tecnológicos y servicios comerciales para el mercado nacional e internacional, y avanzar en el diseño del futuro Observatorio Astronómico en Valle de Picadura, y del Observatorio Geomagnético», concluyó.

Tomado de Granma/ Foto de portada:  Alexander Isla Sáenz de Calahorra.

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