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Carlos Aznarez: Milei ganó por la derrota cultural que hemos sufrido

Por Hedelberto López Blanch*/ Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano

Carlos Aznárez es un destacado periodista argentino, contumaz y superactivo que desmonta las falacias que muchos medios de comunicación de la derecha lanzan contra los movimientos sociales y a la par apoya las causas justas de los gobiernos progresistas y democráticos en la región.

Aznárez ha ejercido el periodismo durante cerca de 40 años como redactor en los diarios Noticias, la Razón, Sur, Página 12 y las revistas Crisis y Fin de Siglo. Hace más de tres décadas fundó y se desempeña como director de la revista impresa y del sitio Web Resumen Latinoamericano y que con su pluma en ristre desnuda con verdades elocuentes las fakenews (noticias falsas) que aparecen en los medios de prensa occidentales. Al comienzo de la dictadura cívico-militar argentina funda la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) dirigida por Rodolfo Walsh junto a los periodistas Carlos Aznárez, Lila Pastoriza y Lucía Pagliani, militantes Montoneros. Ante la desaparición de Rodolfo y el secuestro de Lila, los periodistas Carlos y Lucía tuvieron que exiliarse. Durante el tiempo que funcionó emitieron más de 200 cables denunciando las atrocidades de la dictadura, los secuestros, desapariciones, torturas, centros de detención, contradicciones de la Junta Militar.

Es autor de los libros Rebeldes sin tierra. MST Brasil; Palestina una nación, un pueblo; Los sueños de Bolívar en la Venezuela de hoy.

Cuba en Resumen conversó con este relevante intelectual acerca de la nueva realidad que enfrenta el pueblo argentino ante la llegada al poder del libertario Javier Milei.

–¿Cuáles han sido los motivos por los que el derechista Javier Milei ganó las elecciones presidenciales?

Aznárez.-Lo del ascenso del ultraderechista Javier Milei es una sorpresa relativa. Si bien hasta hace pocos años era un personaje casi desconocido en la política argentina, no puede negarse que se las ingenió para gestar, de ser un mediocre economista y profesor universitario que fue expulsado de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) por maltrato a sus alumnos, a entrar por la ventana en la idea de convertirse en una figura que ambicionaba el poder desde el ángulo de la política. Previamente, también Milei, que desde siempre confesó ser admirador de la política económica aplicada por Martínez de Hoz durante el gobierno militar, había sido uno de los tantos asesores del banco trasnacional HSBC, y participado en las filas de la Cámara Económica Internacional, sitios donde se coló gracias a los contactos que le abrió quien le entregara en su momento su titulo de economista, el ultraneoliberal Alberto Benegas Lynch, a quien Milei considera “el gran maestro mundial de la Economía”. Hay que recordar también su tránsito como asesor de su amigo, el ex gobernador de facto de Tucumán y ex general de la dictadura militar, acusado de horrendos crímenes de lesa humanidad, Domingo Bussi, y del actual embajador en Brasil, el “peronista” Daniel Scioli. Dicho esto y yendo concretamente a tu pregunta, es evidente que todos esos datos no fueron fundamentales a la hora del súbito ascenso del actual presidente, sino que supo aprovechar el mal sabor de boca y el enojo colectivo que dejó en la población el fracaso estruendoso del gobierno de los Fernández (Alberto y Cristina), que desaprovecharon una gran oportunidad de haber podido encaminar al país, después de la experiencia aniquiladora del gobierno de Mauricio Macri. Es decir, se da la paradoja, que fue esta caricatura de lo que en sus orígenes fue el peronismo, quienes abrieron la puerta y le pusieron la alfombra roja a Milei para que llegara a la Casa Rosada. Fue esa debilidad ideológica de los Fernández, la que impidió que enfrentaran, como había que hacer, y contando con el respaldado de las grandes mayorías, a quienes habían saqueado el país. Fueron los continuos retrocesos que desilusionaron a la propia base kirchnerista, y por último, fue el nefasto acuerdo con el FMI, el que dio la última palada para enterrar las esperanzas de un cambio “nacional y popular”. El gobierno “progresista” no estuvo a  la altura de las circunstancias, se vendió claramente a los intereses de Estados Unidos, del capital trasnacional y de Israel, país, no olvidemos, que fue el primero que visitó Alberto Fernández, cuando asumió como presidente. De Tel Aviv volvió Fernández cantando loas a la “democracia israelí” y tiempo después envió una delegación de alto nivel encabezada por el ministro Wado de Pedro para gestar el acuerdo comercial a fin de instalar en varias provincias argentinas, a la empresa estatal de aguas israelí Mekorot.

Esta acumulación de medidas impopulares, sobre todo las que afectan al bolsillo de la gente, fue aumentando la bronca de los más humildes, que son lo que cargaron sobre sí el sufrimiento de comer solo una vez al día, de no tener vivienda, ni educación, ni salud. Es decir, sufrir todos los efectos de una política neoliberal aplicada por el superministro Sergio Massa, el  hombre que fue el gestor de las relaciones carnales con el Fondo Monetario y que llevó al país a tener una inflación anual del 140% y empujar a la pobreza a más del 40 % de la población, y a la total indigencia a un alto porcentaje de argentinos y argentinas. Con todos esos antecedentes, y una campaña muy pegada a las redes sociales, sobre todo durante la pandemia, se fue gestando la carrera hacia el gobierno del ultra Milei. A todo ello le sumó un discurso rupturista con la “casta” política, a los que acusó de lo que realmente son: ineficaces, corruptos e irresponsables. Dicho lenguaje cautivó a un sector de la  juventud de distintas clases sociales,  que volvieron a recuperar la consigna “que se vayan todos”, que en el 2001 se expresaba por izquierda para repudiar a los politiqueros burgueses, pero ahora lo hicieron por derecha para imponer una nueva casta. Puede decirse que Milei aprovechó la oportunidad y decidió jugar fuerte. Y ganó, aprovechándose también del alto porcentaje de pérdida de la conciencia social y de formación política de amplios sectores, que finalmente fueron los que decidieron votar a este “salvador” que les habla de “libertad”, cuando en realidad su discurso es de ajustar hasta que sangre. ¿Llegados a esta circunstancia, le podemos echar la culpa a la gente? No, de ninguna manera. Ese aspecto, tiene que ver con la enorme derrota cultural que hemos sufrido, y también con la falta de alternativas que la izquierda en su conjunto no supo generar en 40 años de democracias rigurosamente vigiladas y dependientes.

—¿Cómo han influido los medios de comunicación hegemónicos en la derrota del candidato oficialista? ¿Por qué la mayoría de la juventud siguió a Milei?

Aznárez.- Los medios han sido un factor fundamental para acompañar el ascenso de Milei. Prácticamente desde los tiempos de pandemia cuando él batía record de asistentes a sus clases de economía virtual (llegó a tener un público de diez mil personas en cada ocasión), y comenzó a ser entrevistado en la mayoría de los periódicos, radios y televisoras hegemónicas. Contó, eso sí, con el concurso de algunos “periodistas” televisivos como Fantino, Novaresio, Leuco, Majul, todos ellos situados en lo más siniestro y miserable de la complicidad comunicacional con quienes vienen degradando el país desde hace años. Estos, en su mayoría, panqueques que se venden al mejor postor que le han lamido los pies a cuanto mandatario o funcionario derechista haya pasado por este país, son los que colaboraron en lanzar a Milei al estrellato, entrevistándolo decenas de veces por año,  imponiéndolo como un producto “rupturista”, simpáticamente payasesco, que un día decía que iba a dolarizar, otro que privatizaría hasta el aire y el agua, y casi siempre terminaba gritando lo que ahora es la consigna que repiten como loros sus cloroformados seguidores: “viva la libertad, carajo”.

Con el correr del tiempo, Milei conformó su partido, en alianza con la apologista de la dictadura, la actual vicepresidenta, Victoria Villarruel, y ambos llegaron a diputados. Como generalmente se dice en nuestro país, todo el período parlamentario oficiaron de “ñoquis” (*) solo aparecían por el Congreso una vez al mes, como para justificar los suculentos sueldos que se les paga a quienes hacen poco y nada por quienes los votaron. Por último, ratificar que no toda la juventud sigue a Milei, sino una buena cantidad, no se puede negar, desde pibes arribistas de clase media que imaginan que la libertad es ganar dinero y defender la propiedad privada, a otros que están en las antípodas a nivel social, que viven en barrios humildes o villas miseria, pero a los que Milei sedujo con el discurso de que peor que lo que han pasado con los gobiernos que les prometieron de todo y no cumplieron nada, no iban a estar. Y son estos, precisamente, que en otro momento hubieran votado al peronismo, esta vez le dieron la espalda y se consideran “soldados del león”, como lo llaman a Milei.

—¿Piensa que el pueblo argentino haya olvidado las torturas, asesinatos y desapariciones cometidas durante la dictadura cívico-militar que ejerció el poder de 1976 a 1983?

Aznárez.-Si algo caracteriza a Argentina tanto a nivel local como mundial, es que aquí se ganó con creces la batalla por la memoria. Que ese lauro se lo debemos sobre todo a la constancia resistente  y peleona de la Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, pero también a la lucha de miles de militantes que nunca abandonamos la calle exigiendo memoria, verdad y justicia. Que proclamamos además junto con las Madres, que “no olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos”. Todo eso fue construyendo un edificio sólido durante años, pero se podría decir que, primero con el gobierno de Macri y ahora con todo lo que significan Milei y sus funcionarios, comenzó una guerra sucia para bastardear la memoria de nuestros 30 mil compañeros y compañeras. Esa batalla por el relato aún sigue en pie y tendremos que poner mucho esfuerzo para que estos apologistas de Videla, Massera y Agosti, de los torturadores y asesinos de lesa humanidad avancen  más de lo que han hecho. Ellos tienen una parte del pueblo a la que tratan de convencer no solo que su política económica los va a beneficiar, sino que quieren cambiar la historia del pasado y para ello califican a los luchadores de ayer como “terroristas” y “bárbaros”. y a quienes hoy se  rebelan  contra sus mentiras y  planes de exterminio económico, los llaman “orcos” (monstruos deformes, ogros), “comunistas”, “troskos” o “vándalos”. De todas maneras, muchos decimos que no vamos a permitir que el fascismo destruya nuestras vidas ni nuestras ideas revolucionarias. Así como peleamos contra la dictadura y contra el macrismo, así como no compramos los espejitos de colores de la social democracia, le diremos NO a estos viejos y nuevos depredadores, colonialistas, pro imperialistas y defensores del capitalismo salvaje.

—¿Cómo considera que serán estos cuatro años de gobierno ultraderechista?

Aznárez.- Ojalá que Milei no dure cuatro años. Tenemos la experiencia de todo lo que destruyó el macrismo en ese período de tiempo, y también lo que dejó el paso de Bolsonaro por el gobierno de Brasil. Tierra arrasada, endeudamiento feroz, privatizaciones, desguace de empresas no deficitarias, recortes a la libertad de expresión,  alineamiento en política exterior con los gobiernos derechistas del mundo, y finalmente, buenas dosis de represión interna. Milei  va a tratar de llevar a cabo en poco tiempo los aspectos más urticantes de las recetas económicas ultraneoliberales, ese ajuste sangrante que prometió en su primer discurso y que sus seguidores aplaudían sin escuchar la que realmente les estaba diciendo.  Sus primeros cien días serán una muestra de la guerra que le ha declarado a las y los trabajadores, incluso a sus mismos votantes. La inflación adquirirá características excepcionales y un buen porcentaje de la población tendrá que reducir el consumo básico hasta extremos parecidos al 2001 o más aún. Los despidos serán la noticia del día y las primeras protestas serán reprimidas. Para eso, la ex ministra de seguridad de Macri hoy ocupa otra vez el cargo. Recordemos que Patricia Bullrich, está acusada del asesinato de Santiago Maldonado y del joven mapuche, Rafael Nahuel, además de dar luz verde a las atrocidades cometidas por policías del “gatillo fácil” o por gendarmes violentos  y asesinos contra nuestros pueblos originarios.

Que Milei pueda durar cuatro años estará íntimamente ligado a la capacidad de resistencia y lucha que se plantee desde las organizaciones populares. Si se le deja el campo libre de obstáculos, este gobierno nos someterá a sus políticas destructoras. Por eso, es fundamental, que en un marco de amplia unidad antifascista, se lo enfrente en todos  los terrenos posibles. Si despiden compañeros o compañeras  de tal o cual establecimiento, no dejar solo a esos  conflictos. Si atacan a los estudiantes y pretenden imponer frenos económicos a los mismos, rechazar unidos esas medidas, si encaran sus cañones contra el movimiento piquetero, respaldarlos con cientos de movilizaciones. La izquierda no puede perder la calle,  y para ello hay que dejar de lado diferencias no sustanciales y organizar la pelea para frenar a la derecha y sus acólitos.

—¿Cree que las fuerzas progresistas sacarán lecciones de estos años y volverán a imponerse en un futuro?

Aznárez.-Creo cada vez menos en las vías electorales impuestas desde el capitalismo, considero que estas democracias que soportamos se han convertido en prisiones donde nuestros enemigos de clase tienen todas las de ganar. Lo ocurrido recientemente en Argentina, donde se puso al electorado en la disyuntiva nada agradable de tomar partido por un derechista (Sergio Massa) amigo íntimo de Estados Unidos e Israel, y  un ultraderechista, con iguales apetencias pero aún más extremo, muestra a las claras el nivel de descenso obsceno en que ha caído la “democracia” burguesa. Desde ese planteo, también incluyo como continuos fracasos a los mal llamados progresismos, tanto aquí como en el resto del continente y el mundo. Son muy hábiles para engañar a los pueblos cuando están en el llano o haciendo campaña, pero cuando llegan a los gobiernos, dan la espalda a las promesas hechas, afirman la dependencia con los monopolios, le abren las puertas a las multinacionales extractivistas que arruinan a la Pachamama, y terminan cayendo sin pena ni gloria por todo lo que no hicieron o activaron contra los más humildes.

Esos precisamente, son los que pavimentan el camino para que se  suban al gobierno, los Milei u otros parecidos. Son los que aquí, en vez de estar pensando como van a luchar contra el fascismo, están generando nuevas falsas ilusiones, de que “volveremos” en el 2027. Los pueblos tienen que encontrar nuevas vías de lucha para instalar gobiernos que representen realmente a los de abajo, a los condenados de la tierra, a los que sostienen los países y siempre son marginados. ¿Es difícil ese camino? Sí, pero habrá que empezar a recorrerlo de una buena vez, ahora que el espanto se instaló entre nosotros y nosotras. Será cuestión de no perder más tiempo y trabajar la unidad, la organización para la lucha, y la decisión de generar un proceso revolucionario cuya meta final sea el socialismo.

Nota:

* Ñoquis.- Pasta italiana muy popular que tradicionalmente se come los días 29 de cada mes para atraer augurio económico. Se utiliza Ñoquis para indicar a aquellos que aparecen solo una vez al mes para cobrar el sueldo.

(*)  Periodista cubano. Escribe para el diario Juventud Rebelde y el semanario Opciones. Es el autor de “La Emigración cubana en Estados Unidos”, “Historias Secretas de Médicos Cubanos en África” y “Miami, dinero sucio”, entre otros.

Foto de portada: EMILIANO LASALVIA / AFP

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